Despensando el liberalismo:
La Cuarta Teoría Política de Alexander Dugin

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English original here [2]

Alexander Dugin
The Fourth Political Theory [3]
London: Arktos, 2012

Arktos recientemente publicó lo que podemos espera sea una de las primeras de muchas más traducciones al inglés de los trabajos de Alexander Dugin. Cabeza del departamento de sociología de la Universidad Estatal de Moscú, y Eurasianista líder con conexiones al ejército Ruso, este hombre hoy, está, influenciando la política oficial del Kremlin.

La Cuarta Teoría Política es una monografía plenamente refrescante, combinando claridad de análisis, rigor filosófico, y creatividad intelectual. Es el intento de Dugin de ordenar el confuso  mundo moderno en su teoría política y establecer las fundaciones para una filosofía política que decisivamente va a desafiar el paradigma liberal dominante. No es, sin embargo, completamente una nueva teoría política, sino más bien el comienzo de un proyecto. El nombre es provisional, la teoría está bajo construcción. Dugin ve este trabajo no como el de un hombre, sino por la dificultad, un esfuerzo colectivo heroico.

El libro primero asienta la topología histórica de las teorías políticas modernas. Para Dugin, el liberalismo, la forma más vieja y estable, fue la primera teoría política de la modernidad. El marxismo, una crítica del liberalismo a través del capitalismo, fue la segunda. El fascismo y el Nacional Socialismo, una crítica tanto al liberalismo como al Marxismo, fue la tercera. Dugin dice que el Fascismo y el Nacional Socialismo fue vencido por el Marxismo (1945), y que el Marxismo fue vencido por el liberalismo (1989), dejando al liberalismo triunfante y por lo tanto libre de expandirse alrededor del globo.

De acuerdo al autor, el triunfo del liberalismo ha sido tan definitivo, de hecho, que en el Occidente ha dejado de ser político, o ideológico, y se ha transformado en una práctica de hecho. Los occidentales piensan en términos liberales de forma estándar, asumiendo que nadie sano, racional y educado pueda pensar diferente, acusando a los disidentes de ser ideológicos sin darse cuenta que sus propias presunciones son de origen ideológico.

El triunfo definitivo del liberalismo también significa que actualmente se ha identificado tan ampliamente con la modernidad que es difícil separarlos, donde el control de la modernidad una vez fue disputado por la teoría política uno contra la dos y la tres. El advenimiento de la postmodernidad, sin embargo, ha marcado el desgaste completo del liberalismo. No tiene nada nuevo que decir, por lo tanto se reduce sin fin a reciclarse y reiterarse a sí misma.

Buscando el identificar lo que puede ser útil de rescatar, Dugin procede a romper cada una de las tres ideologías en sus partes que las componen, en desarmarlas. En el proceso de hacerlo, él desintoxica las dos desacreditadas críticas del liberalismo, que es necesario para ser capaz de recuperar las piezas aprovechables de ellas. Su análisis del liberalismo sigue al de Alain De Benoist. Porque es crucial, voy a valerme de ideas de De Benoist e infundir un poco de mi propia en la explicación de Dugin del liberalismo.

Él dice que el sujeto histórico del liberalismo es el individuo. La idea detrás del liberalismo era el “liberar” al individuo de todo lo que era externo a él (la fe, la tradición, la autoridad). De esto surge el resto: cuando te deshaces de lo trascendente, terminas con un mundo que es enteramente racional y material. La felicidad se vuelve una cuestión de incremento material. Esto lleva al productivismo y al economismo, que, cuando el individuo es el fin supremo, demanda capitalismo. Cuando te deshaces de lo trascendente, también eliminas la jerarquía: todos los hombres se vuelven iguales. Si todos los hombres son iguales, entonces lo que se aplica a uno se aplica a todos, entonces todos merecemos una porción igual de la torta, por lo tanto, total democracia, con el sufragio universal, se vuelve la forma ideal de gobierno. El liberalismo desde entonces ha desarrollado diferentes sabores, y la idea de la liberación adquiere dos significados en competencia: “libertad de”, que en America es representada por los libertarios y el Tea Party; y “libertad para”, representada por los Demócratas.

El sujeto histórico del Marxismo es la clase. El Marxismo está preocupado principalmente con la crítica de las inequidades surgentes del capitalismo. De otra forma, comparte con el liberalismo un ethos de la liberación, una concepción del mundo materialista, y una moralidad igualitaria.

El sujeto histórico del fascismo es el Estado, y del Nacional Socialismo es la raza. Ambas critican la cosmovisión materialista y la moralidad igualitaria del Marxismo y del liberalismo. Por lo tanto, la aplicación simultanea de la jerarquía y el socialismo.

Con todas las partes sobre la mesa, Dugin entonces selecciona lo que él encuentra útil y descarta el resto. Sin sorprendernos, Dugin no encuentra nada útil en el liberalismo. La idea es despensarlo, después de todo.

A lo largo de varios capítulos, Dugin provee una tipología de diferentes facciones en el panorama político moderno por ejemplo, conservadores fundamentalistas (tradicionalistas), conservadores de izquierda (Strasserismo, Nacional Bolchevismo, Niekischmo), revolución conservadora (Spengler, Jünger, Schmitt, Niekisch), Nueva Izquierda, Nacional Comunismo, etc. Es esencial que sus lectores entiendan estas para que puedan reconocerlas fácilmente, porque al hacerlo puede clarificar mucho y ayudar a evitar los errores surgentes de etiquetas opacas, confusas, contradictorias y despistantes.

El conservadurismo liberal es una categoría clave en esta topología. Puede sonar contradictorio en la superficie, porque en el discurso coloquial mainstream la política es sobre la oposición de liberales contra conservadores. Sin embargo, como he repetido previamente, cuando uno examina sus fundamentos, los llamados “conservadores” (una etiqueta despistante), inclusive los paleoconservadores (otra etiqueta despistante), son todos ideológicamente liberales, sólo que ellos desean conservar el liberalismo, o ir un poco más lento, o ir unos pasos atrás. Por lo tanto, la designación para este tipo es: “conservadores  status-quo”.

Otra categoría clave es el Nacional Comunismo. Este es, de acuerdo a Dugin, un fenómeno único, que disfruta una vida saludable en América Latina, sugiriendo que va a estar un tiempo más. Evo Morales y Hugo Chavez son practicantes contemporáneos del Nacional Comunismo.

Marcando las vigas fundacionales de la cuarta teoría política es de lo que se ocupa el resto del libro. Además de los elementos rescatados de las críticas previas del liberalismo, Dugin también mira los escombros que en la competencia filosófica de la modernidad ha dejado Dugin también examina los escombros que en la contienda filosófica de la modernidad quedó en la periferia. Estas son ideas de las cuales ninguno de los ideólogos de la modernidad ha tenido algún uso. Para Dugin esto es esencial para una ajena teoría política de contra-propuesta. Él no afirma esto en tantas palabras, pero debería ser obvio que si vamos a despensar el liberalismo, entonces el liberalismo debería encontrar su impensable némesis.

Pero el proceso de la construcción empieza, por supuesto, con la ontología. Dugin se refiere al Dasein de Heidegger. Trabajando desde este concepto a él le gustaría que la cuarta teoría política conceptualice al mundo como un pluriverso, con diferentes pueblos que tienen diferentes moralidades y diferentes concepciones del tiempo. En otras palabras, en la cuarta teoría política la idea de una historia universal sería un absurdo, porque el tiempo es concebido diferentemente en las culturas – nada es ahistórico o universal; todo está unido y es específico. Esto implicaría una moralidad de la diferencia, algo que he propuesto como una contra proposición a la moral de la igualdad del liberalismo. En la última consecuencia, para Dugin también hay una peculiar ontología del futuro. Las partes de La Cuarta Teoría Política que trata estos tópicos es la más desafiante, requiriendo conocimiento en filosofía, pero, sin sorprendernos, también es donde el trabajo pionero está siendo realizado.

También siendo pioneros, y presuntamente más difícil es,  la llamada de Dugin a “atacar al individuo”. Por esto él quiere decir, obviamente, desestabilizar la construcción tomada por hecho que consta de la unidad social mínima en el liberalismo- el átomo social discreto que actúa en la base del interés propio racional, una construcción que debe ser distinguida de “un hombre” o “una mujer” o “un humano”. Dugin da algunas sugerencias, pero estas parecen nebulosas y no muy persuasivas en esta etapa. También, parece algo lógico en relación al marco de este proyecto, pero las semillas de Dugin encontraran tierra fértil en el Occidente, donde el individuo es casi sacrosanto y donde el individualismo resulta de lo que posiblemente sea un prejuicio evolucionado de las sociedades norteñas europeas, donde este atributo pueda que haya sido más adaptable que en otro lado. Un evento cataclismo puede que sea requerido para abrir el camino a la redefinición de que es una persona. Evidentemente la idea es que la cuarta teoría política conceptualice al hombre no como un “individuo” sino como algo más, presuntamente como parte de una colectividad. Esta sea probablemente una forma muy Rusa de ver las cosas.

Lo anterior puede parecer todo muy abstracto, y sospecho que prácticamente lectores de mente no tomarán a la misma. Es difícil ver cómo la teorización abstracta satisfará al pragmático anglosajón, que es sospechoso de la filosofía en general. (Jonathan Bowden era una rareza en este sentido.) Sin embargo, hay implicaciones del mundo real a la teoría, y en la obra de Dugin nunca se debe mantener fuera la dimensión geopolítica de la vista.

Para Dugin, el liberalismo triunfante está encarnado por el Americanismo; los Estados Unidos, a través de sus orígenes como un proyecto del Iluminismo, y a través de su estatus de superpoder en el siglo XX y XXI, es el chofer global de la práctica liberal. Como tal, con la derrota del Marxismo, ha creado, y busca perpetuar, un mundo unipolar definido por el americano (EEUU) o Atlantista, la hegemonía liberal. Rusia tiene una tradición Anti Occidental y Anti liberal, y para Dugin esta hegemonía planetaria liberal es el enemigo. A Dugin le gustaría que el mundo sea multipolar, con el Atlanticismo contra-balanceado por el Eurasianismo, y quizás por otros “ismos”.  En geopolítica, la necesidad de una cuarta teoría política surge de la necesidad de mantener al liberalismo permanentemente desafiado, confinado a su hemisferio nativo, y en pocas palabras, fuera de Rusia.

Mientras que esta dimensión existe, y mientras puede que haya un cierto anti americanismo en el trabajo de Dugin, los americanos no deberían dejar de lado este libro, porque no es anti-américa. Como Michael O’Meara lo ha señalado en relación al anti-americanismo de yockey, Americanismo y América, o Americanos, son cosas diferentes y están muchas veces en oposición. Confrontando con esta clase de pensamiento de oposición es, entonces, necesario para los americanos. Y la razón de esto es: el liberalismo le sirvió a América bien por doscientos años, pero las ideologías tienen un ciclo de vida como todo lo demás, y el liberalismo se ha vuelto ahora hipertrófico y hipertélico; está, en otras palabras, asesinando a América y, en particular, en la descendencia europea presente en América.

Si los americanos de ascendencia europea tienen que salvarse a sí mismos, y para continuar teniendo presencia en el continente norteamericano, en lugar de ser subsumidos por el igualitarismo liberal y la consecuente bancarota económica, hispanización (Nota de Traductor: debería decir Mexicanización) y africanización, la identidad americana, tan atada por el liberalismo por las bases filosóficas de los documentos fundacionales, deberían ser re-imaginados. Aunque difícilmente, la identidad del americano moderno debe ser entendida como una que es posible entre muchas. Fuentes para una identidad re-imaginada pueden ser encontradas en el substrato arcaico permeando las partes de américa que mantiene su herencia precediendo  el liberalismo sistemático (el período colonial temprano) como en otras partes que fueron, al menos por un tiempo, más allá de él (la frontera del Viejo Oeste). En otras palabras, la más mística y también la menos “civilizada” de las partes de la historia americana. Sin embargo, esto también puede ser problemático, debido que eran productos de la tardía civilización “Faustica”. Un descenso en el barbarismo puede estar en las cartas. Sólo el tiempo lo dirá.

Para los occidentales en general, el proyecto de Dugin puede ser muy radical, incluso en esta fase del juego – contemplarlo sería en principio de necesitar una ruptura decisiva. Hasta que eso pase, las prescripciones conservadoras llamando a un retorno al estado anterior (en occidente), o una lectura más de cerca de los documentos fundacionales (en América),  se mantendrán como una disidencia occidental. En otras palabras, incluso los disidentes se mantendrán restauradores conservadores de las clásicas ideas del centro, o ideas que llevan al centro. El pensamiento verdaderamente revolucionario –la re-imaginación y la reinvención de nosotros mismos- vendrá, sin embargo, de la periferia más que del centro.