El Manual del modo de vivir Tradicional

A Handbook of Traditional Living [1]1,591 words

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El Manual del modo de vivir Tradicional (“A handbook of  Traditional living”) es un delgado volumen (justo por debajo de las 100 páginas) conformado por dos ensayos publicados en italiano en los años 1997 y 1998 por la Asociación Cultural Raido. El autor o autores son anónimos. El primer ensayo, “EL mundo de la Tradición”, es de alguna forma un sumario de la versión de Julius Evola del Tradicionalismo como es expresado en su magnum opus, Rebelión contra el Mundo Moderno.

Quiero centrarme aquí en el segundo ensayo, “El Frente Tradicional”, que trata de cómo uno podría organizarse a la luz de la Tradición para luchar contra el mundo moderno.

Este ensayo está influenciado, por sobre todo, por la Guardia de Hierro de Corneliu Condreanu. La organización que se propone es una orden iniciática, jerárquica espiritual-militar. Su estructura y ambiciones son esencialmente las de la Guardia de Hierro, pero su contenido espiritual y fundamentos son el Tradicionalismo Evoliano, no el Cristianismo Ortodoxo de la Guardia de Hierro Rumana.

El supuesto subyacente de “El Frente Tradicional” es que el mundo moderno está en declive en su propio acuerdo, en que mantiene una caída descendente en la historia de acuerdo a la doctrina Tradicional. Vivimos en el Kali Yuga, la Edad Oscura, que es la más hostil a los principios de la Tradición y la más removida de la Edad de Oro que inauguró nuestro ciclo histórico. Pero el punto más alejado de la última Era de Oro es el más próximo al comienzo de la siguiente. Y, a medida que la actual Edad Oscura avance profundamente en la decadencia y el caos, habrá un punto en el que condiciones objetivas permitan la pelea de una vanguardia de Tradicionalistas para intervenir exitosamente en los eventos y contribuir en la inauguración de la siguiente Edad de Oro. Pero los Tradicionalistas deben estar preparados para actuar efectivamente cuando las condiciones lo exijan. Tristemente, no hay evidencia de que ningún Tradicionalista serio esté siquiera cerca de estar preparado.

“El Frente Tradicional” propone una orden jerárquica que asigna rangos en base a méritos y logros, no antigüedad. Esta presunción es que el verdadero orden y autoridad fluye desde lo alto, por lo que nadie puede asociarse a la orden si no está orientado hacia lo que está en lo alto e interesado en encontrar esos superiores genuinos que pueden acercarlo al principio trascendente. Cada individuo está también consolidado por el deber de pasar lo que sabe a sus inferiores. Pero la orientación primaria de cada individuo tiene que estar hacia arriba, hacia lo trascendente. Es una actitud de recepción a la Tradición. Está caracterizada por la humildad, por el reconocimiento de la imperfección de uno y de la necesidad de completarse desde lo alto.

Cualquier orientación hacia lo bajo, hacia los seguidores, es solamente secundaria y una cuestión de deber en lugar de inclinación. Es una actitud que debe ser caracterizada por el desapego y la impersonalidad, porque uno es un maestro no por la virtud de la personalidad de uno, sino simplemente por la virtud de uno en su lugar de la cadena de iniciación. Lo que uno enseña, además, es la mera verdad trascendente pasada desde lo alto, no un producto del ego de uno.

El gran destructor a ser evitado es el “egoísmo”, que para a ser sinónimo de narcisismo. El Tradicionalista genuino está orientado primero y antes que todo hacia la realidad. Debido a esta orientación, él (el Tradicionalista) entra en relación con los otros, específicamente en una organización iniciática. El Tradicionalista genuino tiene un fuerte y substancial yo; él sabe quién es; él tiene un profundo y permanente sentido de valor. Debido a esto, él es capaz de dejar de lado su ego y dedicarse a la verdad eterna y desinteresada, acción impersonal al servicio de sus grandes ambiciones colectivas.

El egoísta, por contraste, está orientado primero y principalmente hacia él mismo. Él está psicológicamente necesitado y para satisfacer estas necesidades él interactúa con otros. La realidad ocupa un lugar tercero distante en sus prioridades. De hecho, dado que los egoístas están principalmente preocupados en satisfacer sus necesidades psicológicas a través de las interacciones con los demás, en general ellos son manipuladores y mentirosos experimentados.
La derecha está apestada por egoístas de este tipo. Ellos están caracterizados primero y principalmente por una necesidad neurótica de atención.

Generalmente a ellos les gusta ponerse a sí mismos por lo alto como líderes de pequeños grupos al proclamar tener conocimiento, especialidad o dinero que en general no poseen o no poseen el grado requerido para sus ambiciones.
Debido a que el propósito de estos grupos es la gratificación psicológica de sus líderes, ellos muy pocas veces logran algo en el mundo real. Ellos tienden a ser grupos “virtuales”, existiendo a través de páginas web, Facebook, y comunicados de prensa. Debido a que estos grupos no apuntan a una acción desinteresada, ellos son consumidos por rivalidades personales y cismas. Debido a que estos grupos no están basados en una verdad permanente sino, al contrario, están centrados en jugar para entretener a la multitud, están constantemente cambiando sus puntos de vista, actividades y alianzas. Lo que sea para mantener el foco en ellos.

La mejor forma de evadir a estos egoístas es estableciendo una genuina jerárquica orden iniciática con el criterio objetivo para la membresía y el avance. El egoísta no puede sobrevivir en tal ambiente. Él esta principalmente motivado por el deseo de reinar sobre los otros. Él quiere estar arriba y por lo tanto rechaza la necesidad o la posibilidad de completarse desde lo alto. En lugar de buscar en sus superiores, él les tiene miedo y trata de mantenerlos alejados. (La mayoría de los egoístas son inconscientes de la gente verdaderamente superior, a los cuales en general tratan de ser condescendientes y buscan manipular. Al hombre superior esto se le presenta como un divertido espectáculo grotesco, algo así como tener la pierna de uno siendo montada por un perro. Los egoístas están generalmente más concentrados en combatir los desafíos de otros egoístas, a los que ellos reconocen instintivamente.)

Una orden Tradicional obviamente debe contener un componente significativo de adoctrinamiento en la Tradición misma. Pero el adoctrinamiento es sólo el principio. El fin no es simplemente informar la mente, sino cultivar el carácter del estudiante. Uno no puede simplemente entender la Tradición en lo abstracto, debe hundirse y teñir el núcleo del carácter de uno. Se debe alcanzar la segunda naturaleza, así uno percibe y juzga el mundo de forma instantánea y sin esfuerzo a la luz de la Tradición. Uno también debe aprender prudencia, la habilidad de aplicar principios universales a las circunstancias únicas concretas y cambiantes. La Tradición no es una ideología, la cual es un cuerpo de ideas abstractas que nunca puede realmente interiorizarse y unificar con el uno interior. Un estilo de vida que es a su vez único y Tradicional emerge espontáneamente y orgánicamente de un individuo realmente cultivado.
El ensayo “El Frente Tradicional” es más bien escaso en consejos concretos para el individuo cultivado a la luz de la Tradición. Una noción seductora es el uso de la discusión. Un grupo que apunta a la perfección de sus miembros y de su transformación en una vanguardia combatiente para grandes fines impersonales no puede permitir a los individuos ocultar sus fallas y reservas detrás de las nociones burguesas de privacidad. Por lo tanto la sociedad Tradicional debe practicar discusión de grupo en los cuales cada individuo apunta a abrirse. El fin no es simplemente el perdón de la confesión sino la creación de confianza y camaradería que une a los individuos en una unidad superior.

Pero la apertura sobre las dudas y fallas de uno es simplemente el preludio para una crítica colectiva y esforzada, una vez más con la asistencia del grupo, para superarse a uno mismo. Este proceso de revelación interior y crítica de grupo y reforma no es una mejora personal y traicionera. De hecho, es la forma más elevada de amistad. Los antiguos distinguían aduladores de amigos. Un adulador te dice lo que quieres escuchar. Un amigo te dice lo que necesitas escuchar por tu propio bien, incluso si puede ser personalmente doloroso, porque el auto conocimiento es necesario para la auto mejora.
Mi primera objeción a la idea de una orden que combina la iniciación espiritual y lucha militar es que la excelencia en estas dos funciones raramente es combinada por el mismo individuo. El mejor de los iniciados rara vez será la misma persona que el más grande de los guerreros. Por lo tanto, en establecer la jerarquía, uno debería de escoger entre subordinarse a la función de otro o el del seguir a un líder que combina ambas funciones, pero que es inferior al guerrero especializado o al iniciado especializado. La primera opción introduce el conflicto interno. La segunda opción pone al liderazgo en las manos de un individuo inferior. Ambas opciones llevan a una organización que es inferior a la cual está distinguida la función militar y espiritual.

En conjunto, El Manual del modo de Vivir Tradicional es un libro más sugestivo que definitivo. El propósito de un manual no es ser “profundo” sino ser superficial de una forma exhaustiva. “Profundidad” en tal trabajo es el asunto de discernir lo que es esencial. Sin embargo, hay mucho aquí que parece vago e innecesario. Pero aun así encuentro este manual valorable como un punto de partida y estimulante para pensar sobre cómo los elementos de la Nueva Derecha Norteamericana deben ser organizados.