Más confesiones de un “transfóbico”

Henry Fuseli, Tiresias le dice el futuro a Odiseo, 1780-1785 [1]

Henry Fuseli, Tiresias le dice el futuro a Odiseo, 1780-1785

1,965 words

English original here [2]

Drama, auto-mutilación, y suicidio son normales para la trayectoria con los transexuales, así que la muerte de la chica-trans en potencia Joshua “Leelah” Alcorn [3], que se tiró delante de un camión, es menos historia que las subsecuentes reacciones de la Izquierda, que han tomado el desafío de cambiar la sociedad para que nadie como él vuelva a derramar otra lágrima-emo.

El liberalismo moderno es básicamente una cruzada contra cualquier ideal, normal o estándar que haga que cualquier individuo alienado, subnormal o simplemente levemente raro se sienta menos mal sobre sí mismo. Para que los Leelahs del mundo se sientan seguros, todo lo que necesitamos es tirar fuera de borda la naturaleza, la religión, la moral y el sentido común. ¿Y las lágrimas de aquellos que se resisten? Para el cruzado de la justicia social, todos ellos juntos no valen ni una de las uñas falsas de Leelah.

El hecho de que los transexuales son el más reciente grupo totémico de lo políticamente correcto es prueba adicional de que el liberalismo es una enfermedad mental. Los lunáticos conocen a los suyos. Y desafortunadamente los lunáticos están a cargo del asilo. Mi hipótesis es que los de izquierda son psicológicamente adictos a la indignación por lo justo, que ellos excitan al adoptar valores simples y absolutos como foco de fanatismo moral. El hecho es que el moralismo unidimensional es destructivo de otros valores cuenta a su favor en la mente del adicto, así como sacrificar bebes a Baal enfatizaba y elevaba la santidad de Dios. Y así como los drogadictos requieren dosis mayores para lograr el mismo efecto, los izquierdistas siempre requieren causas radicales más nuevas y extremas.  Esto es como la historia del liberalismo ha sido reducida de una larga y gloriosa marcha de la tiranía de galantes dictadores y monarcas divinamente-ungidos a la tiranía de neuróticos llorones.

Otra razón para iniciativa trans-lib del hoy es que los homosexuales ven a los travestis como escudos humanos, razonando que si los normales dicen que “no” a los transexuales, los homosexuales serán los siguientes. La comunidad LGB consideran la mutilación médica de los Ts como un precio menor a pagar para consolidar sus recientes ganancias sociales.

Bain Dewitt argumenta, sin embargo, que el Alcorn Affair no es sólo una vergüenza para la Izquierda sino un desafío a la Derecha. ¿Qué haría una sociedad saludable Nacionalista Blanca con gente como Joshua Alcorn? Porque una comunidad racial presumiblemente tiene compromiso con todos sus miembros. Mientras que los Leelahs del mundo se desplieguen contra nosotros, es fácil tan sólo burlarse y desecharlos como también a sus incitadores y explotadores. ¿Pero qué haríamos en nuestras sociedades ideal si uno de nuestros jóvenes rubios declarara que él en realidad es una doncella con colitas atrapada en el cuerpo de un chico?

Mi primer instinto es simplemente descartarlo y tratarlo como un delirio. Es delirante. Pero simplemente etiquetarlo así no va a hacer que se vaya. Uno puede decir que virtualmente todas las enfermedades mentales son delirantes, pero esa etiqueta no lo hace mejor.

Sabemos que un pequeño porcentaje de la gente nace físicamente “intersex [4],” lo que significa que tienen más o menos desarrolladas características de ambos sexos. Es al menos concebible que haya gente que nace con discordancia entre el sexo físico y su propia imagen psico-sexual. Por conveniencia, me referiré a estos como “trans”, debido a que se siente “trasportados” al cuerpo equivocado.

La pregunta es: ¿qué hacemos con tales personas?

La primera cosa a dejar en claro es que no puede haber una solución sensible a menos que reconozcamos el estatus normativo de la heterosexualidad, la monogamia y los roles del hombre como protector y proveedor y la mujer como madre y cuidadora. También necesitamos reconocer que la sociedad en la cual estas normas son sostenidas e institucionalizadas asegura la felicidad de una avasallante mayoría de individuos y la propagación y el desarrollo de la raza como un todo. Estas normas éticas y políticas están sostenidas en la biología humana. El Nacionalismo Blanco, como yo lo concibo, es sobre la restauración de la integridad biológica de la raza y debe ocuparse de la sexualidad y de los roles sexuales como también de lo demográfico.

Pero aunque la naturaleza nos provea de normas sexuales, también nos provee de excepciones como individuos intersex y gente “trans”. Una sociedad en la cual las normas sexuales son claramente entendidas e institucionalizadas no se ve amenazada por la existencia de tal gente, por lo que deberíamos hacer acomodaciones razonables para ellos. Deberíamos agregarlos a la lista de diferentes posibilidades humanas y simplemente dejarlos ser, siempre y cuando no socave las normas o infrinja los derechos de los otros.

Un valor clave aquí es la autenticidad. La gente es más feliz cuando son ellos mismos. La autenticidad es inseparable de la idea de auto-actualización o de volverse uno mismo. Y más a allá de la gente como los sociópatas o pedófilos, que no pueden ser ellos mismos sin lastimar a otros, una sociedad Nacionalista Blanca arraigada en el realismo biológico debería promover la auto-actualización. Efectivamente, mi centro racional para el etnonacionalismo es que es la filosofía política que permite mejor a las diferentes razas y naciones el vivir de acuerdo con sus propias identidades.

Desafortunadamente, la forma preferida de lidiar con la gente intersex y “trans” no tiene nada que ver con la autenticidad. Efectivamente es el paradigma de la inautenticidad, debido a que en ambos casos, la cirugía plástica y los tratamientos hormonales son usados para hacer que tal gente simule ser hombres o mujeres. La cirugía y las hormonas no pueden, por supuesto, darle a los intersex un sexo particular, o transformar un sexo en el otro, porque la identidad sexual es en definitiva determinada por los cromosomas. Estos tratamientos no son “curas”. Son simplemente cosméticas.

Para los individuos intersex, el objetivo es simplemente cambiar su apariencia para ajustarse con la norma binaria masculino-femenino, para que ellos puedan “pasar” como un sexo u otro.

En el caso de los transexuales, sin embargo, el objetivo usual no es “pasar” por el sexo opuesto. En su lugar, el típico transexual desea ser socialmente aceptado como transexual. Ellos no desean ser tomados como hombre o mujer, sino ser socialmente aceptados y afirmados como trans-hombre o trans-mujer. En tales casos, el transexualismo está con conectado con la significante dimensión melodramática de narcisismo de “drama queen” combinado con inmensa agresión. Y cuando el resto de la humanidad no se parte como el Mar Rojo por la vuelta de pasarela de los trans, su furia y odio se concentra así dentro y un gran número de ellos se termina suicidando. (¿Ellos acaso sienten dolor fantasma en sus genitales descartados? Eso no puede ayudar mucho.)

En caso de anormalidades innatas que son puramente cosméticas, como un labio leporino, tiene un sentido perfecto que los padres lo corrijan con cirugía apenas es posible, para que el niño afectado pueda vivir una vida normal. Entonces es natural para los padres de bebes intersex pensar que subyugarlos a cirugías y terapias hormonales tan pronto sea posible les permita tener una vida cercana a lo normal y tener una más o menos normal vida social.

Desafortunadamente, no parece funcionar. Es un tratamiento cosmético a un problema que no lo es, y no puede ser solucionado así. Es más muchos intersex amargamente resienten las cirugías y los tratamientos hormonales –que doblegan su mente- a los que fueron sometidos de pequeños. Si se les diera opción, ellos hubieran preferido mantenerse intactos y ambiguos, la forma en la cual vinieron de la naturaleza (o Dios, como algunos creen).

Así que, al final en el caso de intersex, una sociedad decente debería decir, “No aún” a la cirugía plástica y al tratamiento hormonal. Los padres no deberían tener permiso en mutilar los genitales de sus hijos. Esto es análogo a otra forma de mutilación genital, por ejemplo, la circuncisión, que debería ser prohibida. El valor operativo aquí es autónomo: la gente no debería sufrir alteraciones quirúrgicas permanentes de pequeños.

Pero la integridad corporal es también un valor, en el cual en son casos debería triunfar sobre el deseo de los adultos de hacer transformaciones cosméticas radicales en sus cuerpos. Debemos pregunta que es mejor: ¿alterar el cuerpo para cumplir con expectativas sociales o alterar las expectativas sociales para preservar la integridad del cuerpo? ¿Sancionamos transformaciones radicales del cuerpo para que la gente intersex pueda apenas pasar como hombre o mujer? ¿o expandimos nuestras categorías sexuales, simplemente reconociendo que tal gente existe, aceptándolos por como son, y haciendo acomodaciones sociales sensibles (por ejemplo, baños y clases de gimnasia particulares)? Creo que la solución última es la más consistente con los valores de autenticidad e integridad corporal. Es más, tal cambio en actitudes no es una mayor amenaza a las normas sexuales que el enanismo es una amenaza a las normas de estatura.

¿Por qué los intersex están haciendo campaña contra la operación y el tratamiento de hormonas a menores, mientras que es un tabú progresista que los padres puedan someter a confundidos menores ‘transexuales’ a las mismas hormonas? La pregunta, por supuesto, es retórica. Estamos tratando aquí con el mal y la locura.

Una sociedad decente debería proveer la salud física y mental de todos sus miembros. Cuando los individuos son incapaces de tomar decisiones propias, debido a la inmadurez, locura u otros problemas, una sociedad decente ejercita el paternalismo, tomando decisiones por ellos. Los transexuales en potencia sufren de una enfermedad mental, para la cual debería recibir tratamiento. Pero en el nombre de la autenticidad y de la autonomía corporal, deberíamos decir “no” a los “cambios de sexo”. Efectivamente, yo prohibiría todos los procedimientos que violan el principio médico de “no hacer daño” a cuerpos saludables. Deberíamos también decir “No” a la gente que piensa que pueden cambiar de sexo por simplemente decirlo.

Sólo un pequeño porcentaje de la gente que imagina que son intolerantes al gluten realmente lo son. Y si realmente hay gente que nació con la sensación de ser transportados al cuerpo equivocado, ¿Cuántas son las chances que todos piensen que él sufre de esto ahora es que moda? Algunos deben tan solo buscar atención. Otros pueden estar equivocados en su auto-diagnóstico. Otros simplemente deben ser homosexuales que se odian a sí mismos (Yo sospecho que esto es verdad en muchos casos). Algunos podrán crecer y superarlo. Todos estos falsos positivos serán resueltos a su tiempo, y todos los casos genuinos pueden simplemente aprender a vivir con su condición, quizás con algo de dignidad estoica en lugar de narcisismo, auto mutilación y suicidio.

Nuevamente, deberíamos preferir alterar las expectativas sociales para preservar la integridad del cuerpo en lugar de mutilarlo para conformar las expectativas sociales.  Nuevamente, la solución es expandir el sentido de la gente de lo que es psicológicamente posible para que los individuos inconformes no se sientan presionados a mutilarse a sí mismos. En este caso, estamos hablando de un pequeño grupo de personas con una enfermedad invisible. No es ni siquiera claro si acomodaciones objetivas son requeridas. Ya hemos acomodado grupos más largos que sufren muchas más enfermedades sociales disruptivas. (Consideren los costos de los cigarrillos y el abuso del alcohol). Siempre habrá idiotas, pero la mayoría de los pueblos blancos no conocería ni le importaría los Leelahs interiores del mundo.

Hay normas, y hay excepciones. Cuando las normas son seguras, las excepciones no son amenazas. Pero cuando las excepciones se vuelven la norma, todos los estándares deben ser tirados de la borda para salvar los sentimientos de cada copo de nieve especial, entonces la gente saludable empezará a concluir naturalmente que la máquina de la civilización debe estar lubricada con lágrimas de travestis.