El Factor Moral, Parte 2

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Traducción por A. Garrido. Enlace original aquí [2]

Parte 2 de 2 (parte 1 aquí [3])

“Esta no es ninguna fiesta.
Esta no es ninguna disco.
Esto no es un engaño a todo”
– Talking Heads, “La vida en tiempos de guerra”.

Alternativas al Hombre Burgués

Afortunadamente, no todos los hombres son del tipo burgués. En términos de la psicología de Platón, las alternativas al hombre burgués impulsado por el deseo son los hombres regidos por la razón y el civismo, i.e., intelectuales y guerreros. Si el hombre burgués corresponde a las castas hindúes Vaishya (comerciante) y Sudra (obrero), entonces el hombre regido por la razón es el Brahman, y el hombre espiritoso es el Kshatriya.

Los valores más altos del intelectual son la verdad, el bien, y lo hermoso. Él odia lo deshonesto, sórdido, y feo más que a la muerte en sí. Así está dispuesto a morir por cuestiones de principios. El valor más alto del guerrero es el honor, y teme a la deshonra más que a la muerte en sí. Así los guerreros están dispuestos a morir por cuestiones de honor. Si los intelectuales y guerreros pueden conquistar el miedo a la muerte por cuestiones de principios y honor, entonces también pueden conquistar todos los temores menores.

Esto hace a los intelectuales y guerreros mucho más difíciles de gobernar que a los tipos burgueses. Así el liderazgo de cualquier movimiento revolucionario efectivo necesita estar compuesto de intelectuales y guerreros en lugar de burgueses productores-consumidores. Específicamente, necesitan ser intelectuales y guerreros por naturaleza, en términos de sus más profundos valores y psicología moral, no solamente en términos de sus profesiones. Hay hombres de negocios y albañiles que son guerreros e intelectuales por naturaleza.

Los intelectuales vienen en dos tipos: aquellos que están interesados en la pura teoría y aquellos que tienen compromisos prácticos y objetivos. De acuerdo a Cicerón:

Cuando a Pitágoras una vez le preguntaron quiénes eran los filósofos, él respondió que la vida le parecía asemejarse a los juegos en el festival Olímpico: algunos hombres buscan la gloria, otros comprar y vender en los juegos, y algunos hombres no han venido por ganancia ni aplauso, sino con motivo del espectáculo y a entender qué era hecho y cómo era hecho. En la misma manera, en la vida, algunos son esclavos de la ambición o el dinero, pero otros están interesados en entender la vida en sí. Esto les da a ellos el nombre de filósofos (amantes de la sabiduría), y valoran la contemplación y el descubrimiento de la naturaleza más allá de toda otra búsqueda (Disputaciones Tusculanas V, III, 8).

Aquí tenemos a los tres tipos platónicos: los espirituosos compitiendo por el honor, los apetitivos vendiendo salchichas, y los intelectuales mirando desde las gradas. El punto de Pitágoras es que el intelectual puro es un espectador, no un participante en el gran juego de la vida, incluyendo a la política.

Los teóricos puros, sin embargo, no hacen revoluciones. Así en el contexto metapolítico, los tipos intelectuales y guerreros pueden ser distintos, pero no deberían estar separados. Cada tipo necesita al otro. Así deberían trabajar juntos y esforzarse por encarnar cada uno las virtudes del otro.

Los intelectuales naturalmente aman las ideas. Para evitar que se vuelvan desorientados entre abstracciones, necesitan recordarse a sí mismos sobre los grupos concretos a los que pertenecen y por los que están luchando.

Los tipos guerreros están naturalmente ligados a grupos concretos y predispuestos a tomar ofensa y luchar por cuestiones de honor. Pero la discreción intelectual es la mejor parte del valor: uno tiene que saber quiénes son los propios amigos, quiénes son los propios enemigos, y cuándo y cómo luchar efectivamente.

Una Cubierta Moral para el Nacionalismo Blanco

Ofrecer una cubierta moral para el Nacionalismo Blanco combina las virtudes del intelectual y el guerrero, porque es una defensa intelectual por amar al propio pueblo y luchar por ellos. Este no es el lugar para exponer una teoría ética. Pero al menos esbozaré algunos de sus elementos deseables a grandes rasgos.

1. Objetividad

Creo que las teorías morales y juicios morales pueden ser fundados sobre hechos y apoyados por la razón. Así pueden ser verdaderos si encuentran un criterio objetivo – o falsos si no dan la talla.

2. Fundamentos Biológicos

Siguiendo a Platón y Aristóteles, creo que una moral objetiva puede ser fundada en la naturaleza humana, específicamente considerando la auto-realización humana. Dado que el hombre es un ser tan individual como social, la moral objetiva trata tanto sobre la auto-realización individual como colectiva.

3. Universalidad

Si lo correcto y lo equivocado moral y político están basados en la naturaleza humana, ¿cuáles son las implicancias éticas de la diversidad de la naturaleza humana, a saber, las diferencias entre hombres, mujeres, y niños, y las diferencias entre razas y subrazas de la humanidad? Como mínimo, podemos decir que habrán algunos principios morales universales, en vista de nuestra humanidad común. Para nuestros propósitos, destacan dos principios universales.

Primero, es natural, normal, y bueno para todos los pueblos que aman a los suyos – ser parciales a la gente y lugares que son cercanos a ti – tener más fuertes o más débiles obligaciones basadas en la proximidad o distancia (incluyendo distancia genética) a uno mismo. Estos compromisos espirituosos – convenientemente refinados e iluminados por el intelecto – son la base apropiada del nacionalismo político.

Segundo, el grupo tiene una prioridad metafísica y moral sobre el individuo. La preservación del grupo es más importante que la preservación del individuo, porque el individuo es un vástago de su pueblo, y, cuando su finita existencia se acaba, sigue viviendo a través de su pueblo. Así, cuando es enfrentado a la elección de sacrificarse a sí mismo por el bien del propio pueblo o vivir a sus expensas, uno debería elegir el auto-sacrificio por el bien mayor. Este es el fundamento de políticas nacionalistas blancas efectivas, ya que los hombres que están dispuestos a hacer sacrificios por su pueblo – e incluso cortejar a la muerte – son por lejos más difíciles de intimidar y controlar para el sistema que los tipos burgueses, que valoran sus propias vidas y comodidad por sobre la existencia de su pueblo.

4. Pluralismo Objetivo

En la medida que hay una naturaleza humana común, existen principios morales universales. En la medida que la naturaleza humana es diversificada por la edad, sexo, y la raza, deberíamos esperar variaciones y particularidades entre principios morales.

Primero que todo, esperaríamos que los principios universales fuesen aplicados diferentemente en diferentes casos. Por ejemplo, tiene sentido que el auto-sacrificio por el grupo debiera recaer más en los hombres que en las mujeres, ya que los hombres individuales son más reemplazables desde un punto de vista reproductivo. Además, a pesar de que luchar tiene sentido para el joven y fuerte, también tiene sentido que el auto-sacrificio entre hombres recaiga más en los hombres mayores, ya que de todos modos tienen menos vida por delante, y más en los hombres que se han reproducido que en aquellos que no.

Segundo, deberíamos esperar diferentes derechos y deberes particulares para hombres, mujeres y niños. Además, cuando miramos las pormenorizadas normas de la vida social, deberíamos esperar que estas varíen entre razas y subrazas, ya que si sus naturalezas son verdaderamente diferentes, entonces las condiciones de su realización serán también diferentes.

Pero esto no implica relativismo moral si eso significa que la correcta forma de vida es solamente una cuestión de elección subjetiva. En cambio, lo que tenemos aquí es una completamente objetiva forma de relativismo, en la misma manera que el más cómodo par de zapatos varía de pie en pie, pero en maneras completamente objetivas.

El pluralismo objetivo de algunos principios morales significa que no existe una forma de vida de “una-talla-para-todos” los pueblos. Implica que cualquier intento por crear un sistema de una-talla-para-todos será casi tan cómodo y elegante como zapatos o ropas de una-talla-para-todos. El pluralismo moral objetivo es así uno de los fundamentos del pluralismo político – incluyendo el etno-nacionalismo – donde el globalismo mundial es el equivalente político de vestir al mundo en totalitarios overoles y chanclas.

5. Reciprocidad

La regla dorada de “Haz a los otros lo que quieras que te hagan a ti” oculta el tomar cierto riesgo moral en comportarse hacia otros, no como ellos realmente se comportan contigo, sino como te gustaría que ellos lo hicieran. Esta suerte de riesgo es necesario para expandir la propia comunidad moral, y es ricamente recompensado cuando uno de los propios tratos morales es correspondido en especie.

Pero debido a que la moralidad se trata de auto-realización, individual y colectiva, uno no debería permitir que el propio riesgo moral se convierta en explotación moral y parasitismo. Nada es más obsceno que explotar a la gente a través de sus virtudes. Así, en cierto punto, es necesario demandar reciprocidad como condición para tratos futuros. Ya que el despojo blanco involucra a un huésped de demandas morales no-recíprocas – por ejemplo, sólo los países blancos están bajo la pretendida obligación moral de destruirse a sí mismos a través de la inmigración – simplemente exigir reciprocidad moral llevaría a muchos de nuestros problemas a un estridente alto. 

Seriedad Moral 

He estado involucrado con la escena nacionalista blanca desde el año 2000. Mi experiencia ha sido abrumadoramente positiva, pero no completamente. Lo más difícil de llevar no son los ladrones o los locos, sino que la penetrante carencia de seriedad moral, incluso entre los nacionalistas blancos mejor-informados y de principios. Conozco gente que sinceramente cree que nuestra raza está siendo sujeta a una política intencional de ingeniería genocida por la comunidad judía organizada. Sin embargo, cuando son enfrentados a un horror de esta magnitud, llevan vidas de vanidad consumada, estupidez, y auto-indulgencia.

Estoy convencido de que más gente se involucraría en nuestra causa si siguiéramos dos reglas: (1) que cada persona logre determinar su propio nivel de explicitud y participación, y (2) que el resto de nosotros tenga que respetar esas decisiones. Pero nuestra causa nunca progresará a menos que podamos también persuadir a la gente de (1) hacer todo lo que puedan dentro de su propias zonas de comodidad individualmente determinadas, y (2) de expandir sus zonas de comodidad, para que así estén dispuestas a tomar riesgos más grandes por la causa. Pero para hacer eso, necesitamos lidiar con el tema de la seriedad moral.

Conozco nacionalistas blancos que correrían por la calle a plena luz del día gritando “¡ladrón!” al límite de sus pulmones si su auto estuviese siendo robado. Pero cuando son confrontados con el ladrón de toda nuestra civilización y el mismísimo futuro de nuestra raza, ellos simplemente murmuran eufemismos en las sombras.

Conozco nacionalistas blancos que están plenamente informados sobre la gravedad del problema judío, que han visto la toma del poder por judíos y la subversión de una institución de Derecha tras otra, y sin embargo todavía piensan que de alguna manera pueden “utilizar” a los judíos.

Conozco nacionalistas blancos que están completamente concientes de la corrupción del establishment político, sin  embargo quedan atrapados en campañas electorales. Conozco a nacionalsocialistas declarados que han donado mucho más a los Republicanos que al movimiento.

Conozco nacionalistas blancos que gastan $50,000 al año en tragos y bailes eróticos – o $30,000 al año saliendo a cenar – o $25,000 al año en vestuario – o $100,000 en una boda, sin embargo se quejan amargamente sobre la falta de progreso en el movimiento.

Conozco nacionalistas blancos que dan en diezmo porciones significativas de su ingreso a iglesias que persiguen políticas anti-blancos, sin embargo nunca consideran donaciones ordinarias a la causa pro-blanca.

Conozco gente con convicciones a la derecha de Hitler que sostienen que nunca deberíamos decir que estamos luchando por la raza blanca o contra el poder judío, pero que sin embargo piensan que de alguna manera nuestra gente querrá seguirnos a nosotros en lugar de a otros 10,000 otros grupos conservadores racialmente ciegos y amigables con los judíos.

Conozco a nacionalistas blancos que creen que nuestra raza está siendo exterminada, sin embargo insisten en que nuestros enemigos “no saben lo que hacen”, que se están engañando a sí mismos, que son fundamentalmente gente de buena voluntad, y que todo es alguna suerte de horrible malentendido.

Conozco nacionalistas blancos que nunca admitirían odiar a alguien o a algo, incluso al buitre que come sus entrañas.

Ninguno de ellos está siendo forzado a comportarse de esta manera. Todos ellos están operando dentro de sus auto-definidas zonas de comodidad. Todos ellos podrían hacer más, incluso dentro de sus zonas de comodidad. ¿Entonces por qué fracasan en comportarse de acuerdo a la urgencia y seriedad moral exigida por la destrucción de todo lo que apreciamos?

Quiero sugerir dos explicaciones. Primero, en lo profundo de sus corazones, no creen que podamos ganar, así que no están realmente intentándolo. Segundo, y más importante, están todavía casados con el modelo de vida burgués.

La gente despliega sus verdaderas prioridades cuando enfrentan a la muerte.

El verdadero intelectual valora la verdad más que a la vida misma. Sócrates es un héroe de los intelectuales porque cuando fue forzado a elegir entre renunciar a la filosofía o la muerte, él eligió la muerte. La mayoría de los intelectuales no enfrentan esa elección, pero si lo hicieran, esperarían ser capaces de heroísmo también, ya que nada revela más claramente la fidelidad a la verdad que la muerte de un mártir.

El verdadero guerrero valora al honor más que a la vida misma. Leonidas y los 300 son héroes para los guerreros porque cuando enfrentaron la muerte o la deshonra, ellos prefirieron la muerte. De nuevo, no todo guerrero enfrenta la elección tan crudamente, pero si lo hiciera, espera elegir una muerte gloriosa, ya que nada revela más claramente la fidelidad al honor que una muerte heroica.

El hombre burgués no valora nada más alto que la vida misma. Él a nada teme más que a una muerte violenta. Por lo tanto, no existe forma de muerte heroica que demuestre la verdadera fidelidad a los valores burgueses. El verdadero intelectual muere como un mártir. El verdadero guerrero muere en el campo de batalla. El verdadero burgués espera una cómoda jubilación y morir en una cama.

Sin embargo, incontables soldados estadounidenses han muerto luchando por la “libertad”, “democracia” y dinero para la universidad. Pero a ellos les han arrebatado sus vidas hombres que piensan que no hay nada digno por lo cual morir, para que así la burguesía pueda hacer dinero, jugar golf y morir en una cama.

Sólo tienes una muerte. Así que incluso la gente que se gloriaría en un martirio heroico tiene que elegir sus batallas sabiamente y hacer que sus muertes valgan. Sí, tienes que calmarte. Sí, tienes que guardarte. Sí, no puedes vivir como si cada día fuera el último.

Pero estas perogrulladas fácilmente sirven como racionalizaciones para la cobardía. Porque, en cierto punto, tienes que preguntarte para qué te estás guardando. No puedes llevártelo contigo. Y al final, los logros no llegan por guardarnos, sino que por agotarnos a nosotros mismos. Lo que no damos, será tomado por la muerte al final.

Sin embargo todo el sueño burgués tiene como premisa evitar esta simple, severa realidad. El hombre burgués busca la eterna primavera y perpetua paz, un “felices para siempre” sobre un campo verde iluminado por el sol, libre de elecciones y grandeza trágicas, libre de ideales que puedan atravesar su corazón y derramar su sangre.

Pero no puedes combatir a Sauron mientras juegas a lo seguro. No puedes derrocar al sistema en el que estás investido. No puedes desafiar a los gobernantes de este mundo y contar con alcanzar la edad de jubilación. Ante el rostro de la maldad aniquiladora del mundo, no podemos darnos el lujo de ser tales hombres.