Mishima: Una vida en cuatro capítulos

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Suceden cosas similares en los Estados Unidos: un marginado, ratón de biblioteca, de derechas, comienza a practicar levantamiento de pesas y artes marciales, forma una milicia privada, y sueña con derrocar al gobierno; luego, acaba muriendo en un enfrentamiento espectacular, suicida y en apariencia sin sentido contra el Estado. En Estados Unidos, sin embargo, estas personas son tachadas rápidamente de «chiflados» o «perdedores». Pero cuando sucedió en Japón, el protagonista, Yukio Mishima, era uno de los novelistas más famosos y respetados de la nación.

La película Mishima: Una vida en cuatro capítulos, dirigida por Paul Schrader en 1985, es una introducción excelente a la vida y obra de Mishima. Es con diferencia la mejor película sobre un artista que jamás haya visto. También es la representación más atractiva que se ha hecho de una figura esencialmente fascista, tal vez desde El triunfo de la voluntad.

Paul Schrader, de familia calvinista alemana, es conocido por ser el coguionista de las películas de Martin Scorsese Taxi Driver, Toro Salvaje, La última tentación de Cristo y Al límite. Otros guiones suyos incluyen La Obsesión, de Brian de Palma; La costa de los mosquitos, de Peter Weir; o su American Gigolo. Ha dirigido otras películas como el remake de Cat People o la excelente Desenfocado, una película biográfica sobre un artista muy peculiar, Bob Crane. Pese a ser una obra maestra, es tan espeluznante que no pienso volver a verla.

Mishima es, sin embargo, la mejor película de Schrader. También coescribió el guion con su hermano Leonard. (La música de la película, además, es lo mejor que ha escrito nunca Philipp Glass).

El marco narrativo de la película es el último día en vida de Mishima, filmado en color. La historia de su vida es narrada en flashbacks en blanco y negro, intercalada con la dramatización de partes de tres novelas de Mishima, El Pabellón de Oro, La casa de Kyoko, y Caballos desbocados, los cuales eran grabados en escenarios irreales con magnífico Technicolor.

Yukio Mishima fue un niño muy, pero que muy sensible. Nacido como Kimitake Hiraoka en 1925 en una familia de clase media alta, con antepasados samuráis, fue alejado de su madre por su abuela. Ésta lo encerró, le dijo que era físicamente débil, le impidió jugar con otros niños e hizo de él su criado hasta los doce años, cuando murió.

Muy inteligente y convencido de su fragilidad física, Mishima se convirtió en un introvertido aficionado a los libros: un lector y un escritor, un poeta y un soñador. A la edad de doce años escribió sus primeros cuentos. Impedido por su salud, víctima de agresiones juveniles, se transformó en masoquista. También era homosexual.

Imbuido en la tradición samurái, anhelaba poder luchar en la Segunda Guerra Mundial y morir por el emperador, pero fue declarado no apto por problemas físicos, lo que sería para él un motivo constante de remordimiento. Sufría un resfriado cuando tuvo que hacer la prueba física, y luego declaró que, por cobardía, exageró los síntomas para que el médico pensara en que tenía tuberculosis.

El primer libro de Mishima fue publicado cuando tenía 19 años. Escribió al menos 100 libros —40 novelas, 20 colecciones de relatos, 20 obras de teatro (incluido un guión y un libreto de ópera), y, al menos, 20  libros de ensayos— antes de morir a los 45 años. También se aventuró en la interpretación y la dirección.

El Pabellón de Oro

La dramatización que hace Schrader de la novela El Pabellón de Oro, escrita por Mishima en 1956, se centra en la exploración nietzscheana del autor en el papel de la fisonomía y la voluntad de poder en el origen de los valores. Nietzsche creía que todos los organismos tenían voluntad de poder, incluso los enfermos y los malformados. En el ámbito de los valores, la voluntad de poder se manifiesta sobre todo en el deseo de pensar positivamente sobre uno mismo. Un organismo sano se autoafirma postulando los valores que afirman su naturaleza. El sano afirma su estado saludable, fuerza, belleza y poder. Desprecia la enfermedad, la debilidad y la fealdad.

Pero los organismos enfermos también tienen voluntad de poder. Se afirman en valores basados en su naturaleza, que los colocan en un campo positivo y a los organismos sanos en un campo negativo. Este es el origen de la ascética y los valores “espirituales”, como los valores cristianos del Sermón de la Montaña, lo que Nietzsche llama “moral de esclavos”.

El Pabellón de Oro se basa vagamente en el incendio provocado del relicario (o Pabellón de Oro) de Kinkaku-ji en Kioto a manos de un acólito budista con problemas mentales en 1950. En la historia de Mishima, el incendio es provocado por Mizoguchi, un acólito afligido por su fealdad y un tartamudeo. El acólito sabe de la belleza del Pabellón de Oro, pero lo odia, pues su belleza magnifica sus anomalías.

Kashiwagi, amigo de Mizoguchi con pies zambos, trata de enseñarle cómo usar sus discapacidades para despertar la compasión de las mujeres y aprovecharse de ello para tener sexo. Kashiwagi puede utilizar su discapacidad en tanto que carece de orgullo y voluntad de poder. Mizoguchi, sin embargo, no puede disfrutar de la belleza por medio de la autohumillación. No puede ser dueño de sus imperfecciones. Ver el Pabellón de Oro se lo impide. Podrá autoafirmarse si el Pabellón de Oro es destruido; por eso le prende fuego.

Siguiendo la terminología de Nietzsche, la destrucción del Pabellón de Oro es un acto de transvaloración. La belleza que oprime a Mizoguchi debe ser destruida. Para Nietzsche, este acto de destrucción sirve para crear un espacio para nuevos valores que permitan afirmar su discapacidad, así como la destrucción de los valores aristocráticos creó el espacio para la moral esclava.

Sebastien [3]

San Sebastián

La dramatización del El Pabellón de Oro sirve a Schrader para ilustrar la exploración de Mishima en su propio nihilismo de juventud. De poca estatura incluso para un japonés (155 cm), delgado, físicamente delicado, Mishima envidió y erotizó los cuerpos de chicos sanos, un erotismo que en su Confesiones de una máscara estaba claramente teñido de un odio masoquista contra sí mismo y de fantasías de brutalidad y asesinato sadistas. (Mishima se excitó sexualmente por primera vez con una fotografía de un cuadro del martirio de san Sebastián).

Transformación propia

El Pabellón de Oro es, sin embargo, una mirada hacia atrás, a caminos que Mishima pudo comprender mas no seguir. A diferencia de Kashiwagi, Mishima no era dueño de sus anomalías físicas. A diferencia de Kashiwagi, no podía apartar el ideal de belleza para sentirse bien consigo mismo. Esto abocaba a Mishima a una sola elección: rehacer su cuerpo de acuerdo al ideal de belleza física. En consecuencia, Mishima comenzó a hacer levantamiento de pesas en 1955, con impresionantes resultados. También se inició en el kendo y el kárate.

Mishima fue documentando su transformación física con un exhibicionismo nada japonés. Posaba con frecuencia para fotógrafos, editando un libro, Ordeal by Roses (1963), en colaboración con el fotógrafo Eikoh Hosoe. Mishima también posó en Young Samurai: Bodybuilders of Japan y OTOKO: Photo Studies of the Young Japanese Male, de Tamotsu Yato. Su trabajo interpretativo era una extensión de su exhibicionismo, como también lo era su dandismo. Cuando no posaba desnudo o en taparrabos, su vestimenta era exclusivamente occidental. Iba vestido de gala como James Bond o informal como James Dean.

En 1958, Mishima, que había cambiado su cuerpo y la confianza en sí mismo, contrajo matrimonio con Yoko Sugiyama. Fue un matrimonio concertado. Tuvieron dos hijos. (Entre los requerimientos para una esposa de Mishima estaba el que no tuviera interés en su obra y fuera más bajita que él. Por recomendación de sus amistades, Mishima consideró al principio a Michiko Shoda como posible esposa. Ésta se casó después con el príncipe heredero Akihito y es actualmente la Emperatriz de Japón).

En 1959, Mishima construyó una casa de estilo enteramente occidental. Siguiendo el principio nietzscheano de que cada cultura auténtica posee una integridad y un estilo único, Mishima rechazó el multiculturalismo, lo que fuera incluir una mezcla de estilos de vida japoneses y occidentales. Dado que no podía vivir en una casa completamente japonesa, eligió vivir en una exclusivamente occidental, donde podía «sentarme en muebles de estilo rococó con unos Levi’s y una camisa hawaiana».

La casa de Kyoko

La segunda novela dramatizada por Schrader es La casa de Kyoko (1959), que pide a gritos una traducción al inglés. De acuerdo a la literatura, La casa de Kyoko es una exploración de la propia psique de Mishima, cuyos aspectos se concretan en cuatro personajes principales: un boxeador, que representa la descubierta capacidad atlética de Mishima; un pintor, que representa su lado creativo; un hombre de negocios, que vive una vida aparentemente convencional pero que rechaza la sociedad japonesa de la posguerra; y un actor, que representa su narcisismo.

Schrader se centra sólo en la historia del actor, que comienza a hacer culturismo cuando es humillado por un gánster enviado para intimidar a su madre, que debía dinero a un usurero. El prestamista resulta ser una mujer. Ésta ofrece cancelar la deuda si el actor se vende a ella.

El narcisista, cuyo sentido de la realidad se fundamenta en la impresión que produce a ojos de los demás, se da cuenta de que incluso su nueva musculatura no es real para él. Comprende esto cuando su amante, en un capricho sádico, le corta la piel con una navaja de afeitar. En el dolor físico encuentra un sentido de la realidad que no era capaz de ver dado su trastorno de la personalidad. Su relación sexual da un giro sadomasoquista culminando en un pacto suicida —que presagia el propio fin de Mishima—.

Habiendo puesto tanto de sí mismo en La casa de Kyoko, Mishima se sintió profundamente afectado por su fracaso comercial y por la crítica. Schrader quiso en primer lugar adaptar la obra El color prohibido, la novela de Mishima sobre la subcultura homosexual de Japón, pero la viuda de Mishima no lo autorizó. (Ella negaba que Mishima tuviera inclinaciones homosexuales). Pero el resultado es igual de bueno. Por lo que tengo entendido, La casa de Kyoko es mucho mejor novela que El color prohibido.

Schrader no dramatizó la historia del boxeador de La casa de Kyoko, pero también prefigura la vida de Mishima. Después de romperse una mano en un combate, el boxeador ingresa en un grupo derechista. Mishima deja claro que el compromiso político del boxeador no se basa en la ideología, sino en el deseo de una experiencia de autotrascendencia y sublimidad de un hombre arruinado físicamente.

La actitud del hombre de negocios es también importante para comprender la vida y perspectiva de Mishima. Piensa que el Japón de la posguerra es un vacío espiritual en el que la prosperidad, el materialismo, la paz y la rotunda amnesia sobre los años de la guerra han minado la vida de autenticidad, que implica mirar de cara a la muerte, algo que en la guerra era omnipresente.

La autenticidad a través de la conciencia de la muerte, el dolor como encuentro con la realidad, y la política derechista como una forma de autotrascendencia (o terapia): La casa de Kyoko traza la trayectoria del resto de la vida de Mishima.

El despertar político de Mishima

Mishima, como muchos derechistas occidentales, consideraba la tradición como una tercera vía entre el capitalismo y el socialismo, que son básicamente idénticos en sus fines materiales y sentido científico y tecnológico. Siempre se había inclinado hacia posturas derechistas, pero en sus escritos de las décadas de los 40 y 50 estaba absorbido (autoabsorvido, la verdad sea dicha) con cuestiones morales y psicológicas.

Como muchos japoneses, sin embargo, Mishima se fue alarmando cada vez más por la corrupción de la sociedad de consumo de la posguerra. Vio la tradición samurái como una alternativa aristocrática a la masificación, una alternativa espiritual al materialismo. Vio al ejército de Japón y al emperador como guardianes de esta tradición. Pero estos guardianes ya habían hecho muchas transigencias con la modernidad. Mishima se mostraba particularmente crítico con la renuncia del emperador a su divinidad al final de la Segunda Guerra Mundial. En sus escritos y acciones en la última década de su vida, Mishima procuró atraer de vuelta al emperador y al ejército a su misión de guardianes de la tradición japonesa.

En la primavera de 1960, Mishima escribió «Patriotismo», un relato sobre las consecuencias del Incidente del 26 de febrero (Ni-niroku jiken), una intentona golpista de jóvenes oficiales del Ejército Imperial que asesinaron a varios líderes políticos. Los oficiales querían que el gobierno hiciera frente a la pobreza generalizada causada por la Gran Depresión global. El golpe aspiraba a restaurar el poder absoluto del emperador, pero éste lo consideró una rebelión y ordenó que fuera aplastada.

La historia de Mishima se centra en el teniente Shinji Takeyama y su joven esposa, Reiko. El teniente, pese a tener amistades entre los participantes, no formó parte del golpe. Se le ordenó que debía sofocarlo. Dividido entre la lealtad al emperador y a sus amigos, eligió suicidarse por desentrañamiento después de una noche haciendo el amor. Reiko se unió a él en la muerte.

Mishima publicó «Patriotismo» en 1961. En 1965, dirigió y protagonizó una adaptación cinematográfica de 28 minutos, que fue estrenada en Francia. La película Patriotismo es erótica, escalofriante y con gráficos estremecedores (muchas personas se desmayaron al verlos en los cines). Visto en retrospectiva, parece un mero ensayo del eventual suicidio de Mishima. La música, muy apropiada, es el Liebestod (Muerte de amor) de la obra Tristán e Isolda de Richard Wagner. La viuda de Mishima prohibió la divulgación del filme tras la muerte de su esposo. Tras la muerte de ésta, fue lanzado en DVD por Criterion Collection. (Mishima también se suicidaba en una escena de la película Tenchu!, de Hideo Gosha en 1969).

Schrader da algunos cortes de la grabación de Patriotismo, y dramatiza un episodio muy similar de Caballos desbocados (1969), el segundo volumen de la tetralogía de Mishima El mar de la fertilidad (1968-1970). El mar de la fertilidad da una panorámica de la traumática crisis en el período de modernización de Japón, que abarca los años entre 1912 y 1975, narrando la vida de Shigekuni Honda, quien llegaba a ser un rico y prestigioso abogado.

Caballos desbocados, ambientada en 1932-1933, es la historia de Isao Iinuma, un estudiante derechista que busca una alianza con los militares para organizar una rebelión en 1932. El objetivo es derrumbar el capitalismo y restaurar el gobierno imperial absoluto a través de asesinatos coordinados de líderes de la industria y el gobierno, e incendiando el Banco de Japón. El complot es frustrado, pero cuando Isao sale de la cárcel, lleva a cabo por su cuenta la misión, asesinando su objetivo. El asesinato, por supuesto, es políticamente inútil, pero Isao siente la obligación moral de llevar a cabo su misión. Luego cometerá harakiri.

El complot de Isao se basa claramente en el Incidente del 26 de febrero. La novela narra igualmente la insurrección samurái de Kumamoto en 1876. Pero sería un error llegar a la conclusión que Mishima pone sus esperanzas en el golpe militar como la mejor vía para el renacimiento de la tradición japonesa. El interés de Mishima era el ritual de suicidio de los rebeldes derrotados.

El camino del samurái

Japón tuvo 300 años de paz bajo el shogunato de Tokugawa. Los conflictos se declararon ilegales; la historia, en sentido hegeliano, había acabado. Sin embargo, las artes y la cultura florecieron, y los japoneses no se habían reducido a una masa de productores-consumidores. La causa de esto fue la persistencia de la ética samurái.

Los samuráis prefieren sin duda, como todos los aristócratas, la muerte a la deshonra, y, cuando se ven impedidos de demostrarlo en el campo de batalla, llevan a cabo en su lugar el suicidio ritual. También demostraron su desprecio hacia las necesidades materiales de producción de lujos y sofisticaciones. La superioridad cultural del ideal del suicidio por honor sirvió como un baluarte, protector de la alta cultura frente a la degeneración de la cultura consumista burguesa, que emerge desde una jerarquía de valores opuesta premiando la vida, el confort y la seguridad por encima del honor.

El proyecto político cultural de Mishima cobra todo el sentido si lo vemos no tanto como un intento de volver al militarismo, sino como un intento de defender o revivir la ética samurái en el Japón de la posguerra, para que pueda jugar el mismo papel conservador que tuvo en los 300 años de paz del shogunato. (La perspectiva de Mishima se muestra así muy similar a la de Alexandre Kojève, que en su Introducción a la lectura de Hegel, exponía que Japón bajo el shogunato demostraba cómo podíamos conservar nuestra humanidad al final de la historia a través de una cultura aristocrática que descansaba en el ideal cultural del «suicidio puramente gratuito»).

Mishima publicó un aluvión de libros políticos y ensayos en los 60, la mayoría de los cuales siguen sin traducirse. Dos de los más importantes, sin embargo, están ya disponibles en inglés. En 1967, Mishima publicó La ética del samurái en el Japón moderno, su comentario del Hagakure (que significa, «a la sombra de las hojas»), un manual escrito en el siglo XVIII por el samurái Tsunetomo Yamamoto. En 1968, Mishima publicó El sol y el acero, un ensayo autobiográfico sobre culturismo, artes marciales y la relación de pensamiento y acción, analizando también el suicidio ritual. (En 1968, Mishima también publicó una obra de teatro, Mi amigo Hitler, sobre la purga de Röhm en 1934. Él se mostraba reservado sobre sus verdaderos sentimientos hacia Hitler. En realidad, se identificaba más con Mussolini).

Mishima, activista

Pero Mishima no se limitó a escribir sobre acción. Pasó a la acción. Se alistó en 1967 en la Fuerza Terrestre de Autodefensa de Japón (GSDF, por sus siglas en inglés), sometiéndose a un entrenamiento básico. En 1968, Mishima creó el Tatenokai (Sociedad del Escudo —Mishima estaba contento de que las siglas en ingles fueran SS—), una milicia privada compuesta básicamente por estudiantes derechistas que aprendieron artes marciales y  juraron proteger la tradición japonesa frente a las fuerzas modernizadoras de izquierda o derecha.

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Mishima se enfrenta a estudiantes izquierdistas. Tokio, 1969.

En los años 1968 y 1969, cuando los agitadores estudiantiles de izquierda sumían la universidad en el caos, Mishima participó en debates y cursillos, criticando el marxismo y defendiendo que el nacionalismo japonés, simbolizado en la lealtad al emperador, debe estar por delante de los demás compromisos político.

El 25 de noviembre de 1970, tras un año de planificación, Mishima y cuatro miembros de la Sociedad del Escudo acudieron a los cuarteles de Ichigaya de la Fuerza Terrestre de Autodefensa de Japón, donde tomaron como rehén al comandante. Mishima exigió que se reuniera a las tropas en asamblea para dirigirse a ellas. Previamente había avisado a la prensa. Salió uniformado a un balcón para arengar a las tropas reunidas, llamándoles a rechazar el materialismo americano que les habían impuesto y regresar a su papel de guardianes de la tradición japonesa.

El discurso quedó bastante acallado por el ruido de helicópteros que circunvolaban, y por los soldados que abucheaban. Mishima regresó al despacho del comandante, donde él y uno de sus seguidores, Masakatsu Morita, realizaron el seppuku, un suicidio ritual consistente en el desentrañamiento con una daga seguido de la decapitación con una espada empuñada por un segundo.

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Mishima se dirige a los soldados de la base de Ichigaya en Tokio, el 25 de noviembre de 1970, poco antes de cometer el suicidio ritual.

Se suele calificar de «intentona golpista» la estratagema de Mishima, pero eso es un sinsentido. Mishima llevaba años hablando, escribiendo, ensayando y preparando su suicidio. No era su intención sobrevivir, y mucho menos tomar el poder. Su muerte fue un intento de alentar el renacimiento de la tradición samurái. A la manera samurái, quiso una muerte relevante, una muerte elegida, una muerte puesta en escena con una consumada destreza dramática.

Mishima quería también evitar la decadencia de la vejez. Habiendo alcanzado la salud física tan tarde en la vida, no tenía la intención de ver una pérdida progresiva. (Su última novela, La corrupción del ángel, dibuja un retrato sombrío de la vejez).

La representación del suicidio de Mishima que hace Schrader es, aunque mucho menos gráfica que Patriotismo, igual de poderosa. Los puntos culminantes de El Pabellón de Oro, La casa de Kyoko y Caballos desbocados se reservan para el final, intercalándolos con el propio suicidio de Mishima, con un efector conmovedor.

Es una gran película que dejará una impresión duradera.

Legado de Mishima

Pese a todo, ¿qué significaba al final la muerte de Mishima? ¿Por qué era importante? ¿Qué se logró?

Sería demasiado sencillo tomar a Mishima como un neurótico y narcisista que se metió en política a modo de terapia. La derecha política está llena de personas así (ninguna tiene, por desgracia, el talento de Mishima), y estaríamos mejor sin ellos. Si un equivalente blanco de Mishima quisiera escribir para Counter-Currents/North American New Right, daríamos la bienvenida a su trabajo (¡lo mismo para traducciones de obras de Mishima!). Pero también lo mantendríamos a cierta distancia. A estas personas hay que encerrarlas en una habitación con un ordenador, y alimentarlas a través de una ranura en la puerta. No deben ser colocados en cargos de confianza y responsabilidad.

Pero Mishima descansa en paz, y el significado de su muerte no puede medirse en groseros términos de “metas” políticas. De hecho, es un rechazo de todos los cálculos de intereses que subyacen como fundamento de la política moderna.

La política moderna se basa en la idea de que una vida larga y cómoda es el valor supremo, incluso a costa de nuestra dignidad. La política aristocrática se basa en la idea de que el honor es el valor supremo, aunque sea a costa de nuestras vidas.

El aristócrata espiritual, por lo tanto, ha de estar listo para morir; debe dominar su miedo a la muerte; debe incluso llegar a amar a la muerte; por su capacidad de elegirla antes que el deshonor, se elevará por encima de un mero animal inteligente. Es lo que le convierte en un hombre libre. Es el fundamento último de las formas superiores de cultura, que implican el rechazo o sometimiento y la estilización del simple instinto animal.

Un esclavo natural es aquél dispuesto a renunciar al honor para salvar su vida. Por esto, la política moderna, al exaltar la vida larga y próspera como valor superior, es una forma de esclavitud espiritual, incluso cuando los controles externos son suaves incentivos comerciales y políticos, y no cadenas y jaulas.

De este modo, la erotización que Mishima hace de la muerte no es una enfermedad mental que deba tratarse con fármacos. Al dejar de temer la muerte, Mishima fue libre para conducir su vida, para tomar riesgos a los que otros no se atreverían. Al dejar de temer la muerte, Mishima pudo defender su honor frente a las prebendas comerciales y políticas, y de los estragos de la vejez. Al dejar de temer la muerte, Mishima se adentró en el reino de la libertad, que es base de toda alta cultura. Al dejar de temer la muerte, Mishima dio un golpe mortal a los fundamentos del mundo moderno.

En mi análisis de El caballero oscurso, de Christopher Nolan, argumenté que el Joker es la imagen hollywoodiense de un hombre totalmente libre de la sociedad moderna, pues ha rechazado radicalmente los valores imperantes —superando el miedo a la muerte—. Un ejército de hombres así podría derribar el mundo moderno.

Pues bien, Yukio Mishima es un ejemplo real de este tipo de hombre. Y, como sucede habitualmente, la realidad supera a la ficción.