La masonería conservadora ideal de Lessing

3,332 words

Gotthold_Ephraim_Lessing_Kunstsammlung_Uni_Leipzig [1]English original here [2]

Nota del autor:

El siguiente texto está basado en una lección dada el 5 de abril de 2015 en Nueva York y nuevamente en El Foro de Londres el 11 de abril del mismo año. Como la grabación mostrará, en Londres, rápidamente me separé del texto y lo condensé dramáticamente para dejar lugar a preguntas y respuestas. Publicaré el audio entero cuando lo reciba y tenga la posibilidad de editarlo. 

Gotthold Ephraim Lessing (1729–1781) era un filósofo alemán, dramaturgo y ensayista. Él fue masón. El 14 de octubre de 1771 fue iniciado en la Logia de las Tres Rosas Doradas en Hamburgo. Lessing aparentemente tenía altas esperanzas con la masonería, pero se desilusionó rápidamente. En 76-77’ escribió Ernst y Falk: Diálogos para masones, el cual estaba dedicado a Duke Ferdinand de Burnswick, uno de los más ilustrados masones alemanes.

En los Diálogos, creo yo que el personaje de Falk expresa la versión idealizada de la masonería de Lessing, mientras que las experiencias de Ernst representan la decepción de Lessing con la cosa real, con su esnobismo y ocultismo. Falk llanamente afirma que ningún buen hombre debería unirse a una logia masónica. Él, sin embargo, defiende un tipo de masonería frente a las objeciones de Ernst.  Pero lo que emerge durante ese proceso es una forma bastante inusual de masonería la cual es anti-igualitaria, políticamente conservativa –específicamente conservativa de identidades históricas y diferencias nacionales- y basada en principios eternos de ley natural, los cuales pueden ser conocidos por la razón, en oposición a la tradición mística transmitida a través de la iniciación. En pocas palabras, no es la masonería de tu padre.

La mayoría de los individuos de derecha miran a la masonería como una institución subversiva, opuesta al Cristianismo, la monarquía, el nacionalismo y promoviendo el secularismo, el republicanismo y el globalismo. Yo estoy, sin embargo, ampliamente aburrido del panorama general de los reaccionarios anti-modernos. Si hubiera vivido en el siglo XVIII, yo hubiera sido un radical izquierdista. Creo que la separación de la iglesia y el estado, la libertad religiosa y el secularismo político son cosas buenas. Yo también pienso que la monarquía absoluta es mala idea. La monarquía está bien, siempre y cuando, sea constitucional, es decir, obligada por leyes y parte de un régimen mixto que hace balance con el poder popular y aristocrático. Aplaudo las contribuciones de la masonería a estos cambios, los cuales yo considero mejoras genuinas. Progreso, si quieres.

También aplaudo a la masonería por sus contribuciones a la búsqueda de instituciones trans-nacionales que puedan mediar entre conflictos entre diferentes estados y evitar o abreviar la guerra. Sin embargo, como nacionalista, estoy en oposición a la globalización [3], queriendo decir un sistema económico y/o gobierno único, debido a sus consecuencias destructivas: la ruptura de fronteras, la homogenización de las culturas, y la mezcla de razas.

Entonces estuve encantado de descubrir que el texto de Lessing Ernst y Falk pone una concepción de la masonería que explícitamente rechaza el gobierno mundial y desea conservar las diferencias entre nación y estado, mientras que se mantiene altamente consciente que necesitamos instituciones para prevenir que estas diferencias se transformen en odio y derramamiento de sangre.

Esta concepción de la masonería ayuda a reconciliar las tendencias competitivas dentro de la nueva derecha contemporánea, en la cual se dividen entre “pequeño [4]” nacionalismo, que ve una Europa de cientos de banderas, y defiende un “grandioso [5]” nacionalismo, que sueña con una Europa políticamente unificada de Islandia a Vladivostok.

Ernst y Falk consiste de cinco diálogos. El principal argumentos se encuentra en el segundo. Lessing argumenta que incluso si la mejor institución pudiera ser inventada, esta no sería necesariamente la implicación de un gobierno mundial único. Tal gobierno sería imposible de administrar. Por lo tanto el poder debería pasar a unidades más pequeñas. Hasta aquí, todo bien: esta es una afirmación de manual del realismo político conservador, no el utopismo de un solo mundo.

Lessing continua y afirma que las unidades más naturales de soberanía política son los grupos étnicos: Ingleses, franceses, suecos, rusos, españoles, etc. Lessing también reconoce que las diferencias entre las naciones –las cuales él piensa que pueden ser en parte explicadas por el clima- eventualmente habrían de significar diferencias en constituciones.

Los etnonacionalistas pueden aplaudir estas ideas también. Sabemos que la sociedad más harmoniosa y efectiva de funcionar es la racial, religiosa, cultural, y lingüísticamente homogénea. También creemos que la mejor constitución no es una para todos totalitaria, sino más bien una diferente para encajar en el genio de los diferentes pueblos.

Pero Lessing también es realista sobre los problemas del etnonacionalismo. La etnicidad puede unificar a un estado, pero lo hace a la expensa de dividirlos, dejando fundamentos para la discordia y la desconfianza. Nosotros que pensamos que los Italianos, los Alemanes y los Ingleses tienen demasiado en común para arriesgar el derrame de sangre del otro, lamentamos la lucha entre europeos y pensamos que necesitamos alguna forma de oren transpolítico o suprapolítico que pueda mediar las disputas entre nosotros y coordinar nuestras relaciones con los otros bloques de civilizaciones y razas: Islam, India, África, China, etc.

Lessing, además, reconoce que la humanidad tiene muchas religiones, las cuales no van a desaparecer en algún tiempo cercano. La religión puede unir a la gente, pero también al costo de dividirlos de las otras comunidades religiosas, dejando un espacio y un trasfondo para la violencia y el resentimiento.

Finalmente, Lessing reconoce que dentro de cada comunidad política, los individuos se dividen entre ellos por las diferencias de poder y dinero. Lessing llanamente niega la igualdad humana. Algunos gobiernan y otros son gobernados. Incluso si toda la propiedad fuera distribuida igualmente, los hombres desiguales dirigirían sus estados de formas diferentes, y luego de varias generaciones, habría extremas diferencias de riqueza y pobreza, las cuales también pueden causar revueltas sociales.

Como Falk dice: “los medios para la unión de todos los seres humanos, es asegurar su felicidad a través de la asociación, también dividirlos” (p. 23).[1] Un estado es unido por una etnia común, pero la etnicidad que la une también se divide de sus vecinos. La religión que une un grupo también lo divide de los seguidores de otras fes. Las clases sociales también se dividen de las otras clases.

La obligación de un buen hombre de estado es proteger los intereses de su pueblo. La obligación de un devoto creyente es proteger los intereses de su religión. Un padre con deber mira sobre los intereses de su familia, ya sean ricos o pobres. Pero cuando conflictos destructivos entre naciones, religiones y clases sociales surgen, la armonía puede ser preservada o restaurada por hombres que están dispuestos a ir más allá y detrás de sus obligaciones y deberes particulares en orden de servir a intereses mayores.

Uno puede obtener paz sin repensar los intereses propios simplemente a través de la conquista o el desgaste. Pero la paz a través de la destrucción es más costosa que buscarla a través de la reconciliación, la cual requiere una atracción a intereses más generales.

Interesante es que, tanto Ernst como Falk aceptan la idea moderna de que el propósito del estado es ayudarnos a realizar nuestros fines individuales. Niegan la idea clásica de que hay un bien común y que los individuos se deben subordinar cuando hay conflicto. Sin embargo, es sólo un remediof de la idea de un bien superior que uno puede resolver los conflictos entre varios bienes particulares.

Lessing reconoce que dentro de cada nación, religión y clase social, hay siempre individuos que no son simplemente obedientes sino partisanos de sus grupos particulares. A lo largo de toda la historia, estos individuos han ido más allá de sus obligaciones personales y tienen un sentido de obligación con un todo mayor.

Estos individuos, además, no están desperdigados, solitarios, e inactivos. Ellos están unidos en una comunidad propia, una comunidad que trasciende divisiones sociales, nacionales y religiosas. Esta comunidad, las afirmaciones de Falk de Lessing, son los masones: “los masones puede que sean estos mismos hombres que se han tomado el trabajo de re-establecer la solidaridad humana, incluyendo esto en sus correctos negocios”.

Una preocupación en la solidaridad humana está por arriba y más allá de los negocios correctos,  los deberes y obligaciones particulares, de un hombre solo en tanto que es francés, católico y burgués, por ejemplo. Pero no está más allá y por arriba de la obligación de un masón. Efectivamente, preocuparse de la solidaridad humana es la obligación de un masón.

Esta es la solución al acertijo que Falk le da a Ernst al final del primer diálogo: “Los verdaderos hechos de un masón apuntan a hacer la mayoría de sus hazañas que comúnmente se llaman buenas superfluas”. (p. 19). Falk también agrega que los verdaderos hechos de un masón buenos, efectivamente superlativamente buenos. Los “buenos hechos” de ser superfluos son equivalentes a los hechos sobre y por encima de las obligaciones particulares. Son hechos al servicio del bien común. La masonería va más allá de las obligaciones particulares innecesarias, al hacerlas bien común –solidaridad humana- la obligación misma del masón.

El objetivo último y definitivo de la masonería, él da a entender, es un mundo en el cual las diferencias de nacionalidad, religión, y clase aún existen. Pero el conflicto entre ellas es mediado y armonizado, por el bien común, por una elite transnacional. En pocas palabras, el objetivo de la masonería no es un estado universal y homogéneo, para tomar prestado el término de Alexandre Kojève para el “fin de la historia”, sino un mundo armonioso en el cual la verdadera diversidad florece, preservada por las distinciones y límites reales.

El conservadurismo de Lessing es también evidente en su actitud despectiva hacia los masones en su época que estaban siendo ávidos partisanos de la revolución americana. Los objetivos de Lessing eran ciertamente radicales y progresivos para su tiempo. Él se opuso al absolutismo, a la intolerancia religiosa, y todas las formas de chauvinismo de mentes cerradas. Pero él no era un revolucionario, debido a que él tenía un sentido de los límites del poder humano de cambiar las instituciones antiguas y orgánicas. En el tercer diálogo, Falk llanamente afirma que la humanidad no puede ser una, y que el conflicto nunca puede ser abolido, sólo puede ser mejorado:

“El trabajo contra” [los males inevitables de la diferencia humana] puede ser una palabra demasiado fuerte, si se entiende por “deshacer”. Estos males no se pueden deshacer. Sería destruir el Estado. No deben incluso hacerse evidente ahora a aquellos que aún no los perciben como males. A lo más que pueden ser mitigados, en lejanamente suscitar esta percepción en las personas, al permitir que germine y enviar brotes, despejando la maleza y adelgazando las nuevas plantas. ¿Ahora entiendes porque dije eso, sea o no que los masones siempre han estado trabajo, siglos han pasado antes que uno pueda decir “esto es lo que ellos forjaron”? (p. 28)

En el quinto diálogo, Falk dice:

El masón espera con calma para que salga el sol y deja las luces encendidas, mientras tanto, lo que les permite brillar durante todo el tiempo que quieran y puedan. No es su manera apagar las velas y cuando se hayan extinguido repentinamente darse cuenta de que las colillas deben volverse a encender u otra luz proporcionada. (p. 40)

El amanecer, por supuesto, es la Ilustración. Las velas son las instituciones existentes. El revolucionario extingue a toda prisa las velas antes del amanecer, dejándonos tropezando en la oscuridad. El verdadero masón tiene la paciencia de esperar hasta que las nuevas instituciones surjan. Y cuando ellas emergen, por lo general hay nada de malo en dejar las viejas velas encendidas. Para los turistas.

Lessing afirma que su tesis es probada por el comportamiento de los masones de su época, quienes buscan crear una comunidad meritocrática que trascienda las divisiones de nacionalidad, religión, y clase social. Lessing afirma que la masonería es una conspiración abierta en términos de sus métodos y objetivos. Pero la masonería distrae a la gente de su proyecto primario de dos formas. Primero, distraer a la gente de su agenda abierta y secular. Los masones promueven la idea de que ellos son principalmente una orden religiosa iniciática y esotérica. Segundo, debido a que la mayoría de la gente sospecha de los masones de una agenda secular, los masones lo contrarrestan al sugerir que ellos son pura filantropía y mutua ayuda, y tomar demasiado, y usar sombreros graciosos. Lessing insiste, sin embargo, que el objetivo de la masonería es enteramente secular, pero también idealista y de la más alta seriedad.

Los hechos reales de los masones son tan grandes y de tan amplio rango que siglos pueden pasar antes que pueda decirse, “este fue su hacer”. Sin embargo ellos han hecho todo bueno en el mundo, nótese bien, en el mundo. Y ellos continúan trabajando para todo el bien que debe estar en este mundo, nótese bien, en el mundo. (p.19)

Este objetivo mundial-histórico ideal, yo sugiero, es la creación de un mundo en el cual la diversidad florece en armonía, más que consumirse a sí misma en conflicto.

La masonería es una sociedad iniciática, en la cual una tradición se pasa de maestro a estudiante. Desde el principio, sin embargo, Falk rechaza tanto la iniciación como la tradición. Él no cree que es un masón simplemente porque ha sido aceptado como tal. En su lugar, él cree que es un masón porque él entiende la naturaleza y los propósitos de la masonería. Falk cree que él puede conocer la naturaleza y los propósitos de la masonería sin la iniciación debido a que la masonería es “una necesidad, sostenida en la naturaleza del hombre y la sociedad civil” (p. 16). Si la masonería no estuviera sostenida en la naturaleza, sería una superfluidad, una mera convención que sólo puede ser adquirida de otros hombres. Entonces las palabras, los símbolos y los rituales de la masonería, los cuales son meramente convencionales, deben ser externos a la verdadera naturaleza de la masonería.

Esto implica que los masones pueden ser tan sólo de nombre: hombres que han sido iniciados pero que no entienden su verdadera naturaleza y propósito. También implica que los verdaderos masones nunca han entrado en una logia debido a que han aprendido de la naturaleza masónica por sí mismos. Falk afirma que la masonería tiene la misma relación con la Logia que el Cristianismo con la Iglesia, y está muy claro que Falk es un protestante o incluso un deísta, significando que él tiene acceso a la verdad religiosa sin la necesidad de mediación con instituciones o tradiciones religiosas.

Lessing afirma que la masonería es tan antigua como la sociedad humana misma. Esto es falso si habla en un sentido histórico. Esto deja en claro que Lessing está usando “masonería” como un término general para cualquier forma de comunidad que busca trascender los particularismos cerrados de nación, religión y clase. Falk afirma que en cada sociedad, ciudadanos líderes se unen alrededor de una mesa con comida y vino para ampliar sus perspectivas, armonizar sus intereses particulares, y trabajar por el bien común.

Lessing no ofrece ejemplos históricos específicos. ¿Cómo podría, si tales grupos buscan la discreción? Él simplemente deduce la existencia de tales cuerpos desde su necesidad. Por lo menos, podemos decir que cada sociedad que está equipada para cumplir los desafíos de la existencia y florecer debe tener tales cuerpos. Uno puede interpretar el Consejo Nocturno de Platón en las Leyes como una especie de ideal conservador masónico. Pero es tan sólo otra teoría, no un ejemplo histórico.

El teórico político alemán del siglo XX Carl Schmitt se opuso a la masonería, pero el ideal masónico de Lessing coexiste solapadamente con la teoría política de Schmitt [6]. Primero, tanto Smichtt como Lessing reconocen que la diferencia humana y por lo tanto el conflicto nunca pueden ser abolidos. Sólo pueden ser mejorados. Segundo, tanto Schmitt como Lessing reconocen que el bien del orden político requiere alguien sobre y más allá de tal orden. Para Schmitt, este es el Soberano, quien está con el poder de decidir cuando las instituciones existentes están enfrentando una crisis y no están designadas para manejarlas. Para Lessing, los masones están más allá y por sobre las instituciones existentes, resolviendo conflictos que no pueden resolver por sí mismos. Esta no es la función completa del soberano, pero es una importante.

El ideal masónico de Lessing también solapa con una contribución turca a la filosofía política, la idea de un “estado profundo [7]” (deren devlet). El estado profundo turco consiste en una red encubierta centrada en los servicios militares y de inteligencia pero extendiéndose a el sector de negocios y judicial, solapando a ambos con el crimen organizado y la comunidad cripto-judía Dönmeh. El propósito del estado profundo es preservar la constitución secular Kemalista contra el Islamismo. Durante las crisis políticas, el estado profundo, actuando a través de los militares, ha suspendido instituciones democráticas para preservar al estado Kemalista.

Cada sociedad en definitiva tiene –o ha de adquirir, bajo condiciones de crisis- un estado profundo, un grupo que está más allá y por sobre las instituciones oficiales, los cuales son la última línea de defensa del sistema. Esto es una especie de masonería, aunque para Lessing, los verdaderos masones no son sólo un partisano de su propio estado sino que sirve a intereses más amplios. Para Lessing, la forma más alta de masonería funcionaría como el “estado profundo” del mundo entero. El gobierno mundial puede ser imposible, pero sus características deseables pueden ser encarnadas en la masonería.

El ideal masónico de Lessing probablemente tiene poco que ver con la masonería histórica. Pero Lessing no estaba tratando de describir a la masonería existente, él estaba tratando de reformarla. Así que dejemos de lado a la masonería histórica y simplemente consideremos la idea de Lessing.

Creo que los blancos necesitamos algo cómo el ideal masónico conservador de Lessing, no sólo para la resolución de conflictos, sino también para servirnos como un guardián de la ley y una guía inteligente para nuestra raza. En orden de sobrevivir, los blancos necesitamos desesperadamente visión y planes a largo plazo. Debemos rechazar la desconfianza populista de las elites transnacionales. No sobreviviremos al pensar en pequeño y ser tontos. La única forma de sobrevivir es pensar en grande y ser más inteligente que nuestros enemigos. La mejor forma de derrotar a una elite es siendo una mejor elite. Sólo podremos derrotar a una elite trasnacional enemiga con una elite propia.

La visión del mundo de Lessing de un mundo en el cual diversas naciones, religiones, y clases florecen dentro de límites reales, armonizados a través del trabajo de una elite trasnacional de amplia mente que hace ‘el bienestar de todo’ su negocio, simplemente es la visión de la Nueva Derecha.

Si el hombre europeo ha de sobrevivir con sus diferencias intactas, necesitamos un tipo de masonería. Efectivamente, la nueva derecha ya funciona de esa forma[2]. Y si el mundo ha de sobrevivir con sus diferencias intactas- Si Europa ha de vivir en paz con el resto de los bloques globales de civilizaciones- los más amplios de mente entre nosotros deben encontrarse con los más amplios de mente entre ellos.

¿Entonces cuando empezamos? Si Lessing está en lo correcto, siempre que la gente de amplia mente se reúne para discutir el bienestar del mundo, la masonería está en marcha. Entonces no preguntes” ¿Cuándo empezamos?”, porque ya lo hemos hecho.

Notes 

1. Todas las citas son de Gotthold Ephraim Lessing, “Ernst and Falk: Dialogues for Freemasons,” traducción con notas de Chaninah Maschler, Interpretation: A Journal of Political Philosophy 14 (1986): 1–50.

2. La afirmación de Lessing que la masonería es de hecho una conspiración abierta apunta a las posturas posteriores de Johan-Gottfried Herder, quien sostuvo que el Iluminismo “República de Cartas”, más que una sociedad secreta, era una encarnación de una elite trans-nacional. Yo exploro los límites del modelo de la sociedad secreta y los beneficios de una red no-jerárquica distribuida en mi artículo “Metapolítica y la Guerra Oculta, [8]