Schmitt, Soberanía & el Estado Profundo

schmitt [1]2,295 words

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En Teología Política, su pequeño libro sobre el concepto se soberanía, Carl Schmitt afirma que: “Soberano es quien decide en la excepción.”[1] La soberanía significa la suprema autoridad política, en oposición a la subyugación política. Dentro de una sociedad, el soberano es el gobernante, en oposición a los gobernados. Una nación soberana se rige a sí misma, en oposición a ser gobernada por otros.

Para Schmitt, la ley y la burocracia pueden lidiar con la vida diaria. Pero, como señaló Aristóteles, las generalizaciones sobre los asuntos humanos conciernen sólo “en su mayor parte”. En adición a las circunstancias normales, hay circunstancias excepcionales, en las cuales los funcionarios no pueden simplemente aplicar las leyes existentes.

Así el poder supremo no yace en leyes las cuales son administradas por la burocracia. El poder supremo reposa en la persona quien decide que hacer en los casos excepcionales, cuando las codificaciones de las experiencias pasadas no son suficientes para guiarnos.

El concepto de soberanía de Schmitt es encantadoramente simple, pero cuando uno lo piensa detenidamente, las implicaciones por el proyecto liberal son devastadoras.

Uno de los slogans líderes del liberalismo es “gobierno de leyes, no de hombres”, es decir, que la soberanía en definitiva descansa sobre las leyes en lugar de los hombres individuales. El deseo de un gobierno de leyes puede ser apreciado al imaginar una utopía en la cual no hay leyes, así como un sabio y benevolente juez que mira a las circunstancias únicas de cada disputa e intuye la decisión justa.

Hay dos problemas básicos con esta utopía.

Primero, no hay garantía que el juez siempre sea sabio y benevolente,  y si él falla en ser justo, se hace necesaria una forma de remediar la situación.  Ese remedio no puede consistir simplemente de otro hombre que esté con el poder de solucionar el problema, porque ¿si se vuelve corrupto o caprichoso? Obviamente, no podemos dejar las decisiones en las manos de los hombres. Tienen que haber principios para evaluar las decisiones y las reglas para revisarlas y corregirlas, lo que significa: depositar la soberanía en principios generales o leyes.

Segundo, si cada disputa es tratada como una situación única con un resultado único, esto hace la vida impredecible. Pero la impredecibilidad daña la cooperación social, el orden y el progreso. Grandes proyectos comerciales, por ejemplo, corren tremendos riesgos financieros. Pero la gente tomará mayores precauciones frente a tales riesgos si no hay una estructura legal que les permita predecir los posibles resultados de ciertos conflictos. Por lo tanto, necesitamos un código general de leyes. Y debido a que muchos de los conflictos son básicamente los mismos, no hay daño en tener reglas generales que se apliquen a ellos.

El sueño liberal es asegurar que todos son tratados justamente al someter a todas las decisiones humanas a reglas. Estas reglas pueden ser aplicadas de acuerdo a otras reglas.  Los toma-decisiones individuales pueden no sólo seguir reglas, sino también pueden ser elegidas en base a otras reglas, y sus posiciones pueden ser basadas en calificaciones objetivas, por ejemplo, logros profesionales y académicos. El objetivo es una sociedad en la cual la justicia es producida por una máquina bien aceitada, gobernada por las leyes, alejadas de todo prejuicio, arbitrariedad  y corrupción humana.

En orden de asegura que la máquina funcione, tiene que tener dentro un sistema de auto-monitoreo y mecanismos de auto-corrección. No necesita depender de virtudes intelectuales o morales de sus funcionarios si puede observar todas sus acciones, revisar todas sus decisiones, y castigarlos o premiarlos de acuerdo a ello. Así como los sacramentos católicos pueden ser dispensados por un sacerdote corrupto, la justicia puede ser producida por burócratas aburridos, cínicos e indiferentes siempre que la máquina funcione de acuerdo a sus reglas.

En suma:

  1. El liberalismo desea sostenerse en la soberanía de la ley, no del hombre, siendo la ley definitiva la constitución, la cual es el diagrama de una máquina de dispensación de justicia y ecuanimidad.
  2. El liberalismo cree que las decisiones humanas son una fuerza corruptora en el gobierno, así que las decisiones deben ser eliminadas en todos los lugares que sea posibles y subyugadas a reglas inevitables. El gobierno ideal es una máquina, como el modelo mecánico Newtoniano del universo el cual no requería intervención divina. Las decisiones en el gobierno son como milagros en la naturaleza: fantasmas “arbitrarios” a ser exorcizados de la máquina.
  3. El liberalismo cree que la soberanía puede ser dividida, por ejemplo, que la maquinaria del gobierno puede ser diagnosticada y corregida por sí misma. Esto incluye nociones tales como reseñas judiciales y auditorias burocráticas, pero al más alto nivel constitucional, está la idea de la separación de los poderes, los cuales “revisan” y ponen en “balance” las unas a las otras.
  4. El liberalismo cree que si el gobierno está lo suficientemente gobernado por las leyes y es auto-corregido, no necesita depender de una virtud moral extraordinaria humana. Los hombres honestos, desinteresados, y sabios, son raros, pero todas las personas desean disfrutar placer y evitar dolor. Por lo tanto los cimientos más estables del orden político son la avaricia y el miedo. Dispensar ópticamente tales premios y castigos requiere extensiva vigilancia y auditorias, así nadie se sale con la suya.

Así como el infierno es un instrumento del amor divino, la moderna vigilancia estatal burocrática es un instrumento de la equidad liberal.

La debilidad del modelo liberal es que las decisiones humanas puedan ser sólo reguladas por reglas generales cuando estén lidiando con circunstancias normales, por ejemplo, circunstancias anticipadas por legisladores y que por lo tanto caen bajo sus reglas. Pero, ¿qué hay con las circunstancias que no caen bajo regla alguna, cuyas circunstancias no fueron previstas y prevenidas a priori? Estas llaman a una decisión. Ahora, en el caso de un juez o un burócrata, estas decisiones puede ser sujeto de revisión de un orden superior, el cual él mismo puede ser gobernado por reglas.

¿Pero qué pasa cuando llegamos al tope de la jerarquía, la constitución misma?  ¿Qué pasa cuando un orden constitucional encuentra una situación para la cual no había sido preparada por los fundadores y no puede ser subsumida bajo sus leyes? Entonces, la preservación del orden constitucional depende de una decisión humana, en lugar de la decisión depender del orden constitucional. Las decisiones pueden ser guiadas por la constitución sólo en circunstancias previstas por los fundadores. En circunstancias excepcionales, las decisiones deben ser guiadas por algo superior.

La soberanía entonces está en las manos de los hombres que deciden en circunstancias excepcionales. Específicamente, ellos deciden cuando las circunstancias excepcionales están a mano, y ellos deciden qué hacer con ellas. En ese punto, la única cosa que el sistema legal puede hacer es especificar quien tiene el poder de tomar tales decisiones.

Si la soberanía, en definitiva, reposa sobre los hombres, no las leyes, entonces esto es verdad incluso en sistemas liberales los cuales oficialmente lo niegan. Las sociedades liberales son simplemente dominadas por soberanos secretos, hombres que ejercen decisiones mientras se esconden detrás de las leyes. En una sociedad liberal, hay dos tipos de soberanos secretos.

Primero, están los fundadores, los que dieron forma al orden constitucional y decidieron cuales iban a ser las leyes fundamentales. Las leyes son en definitiva creadas por decisiones. Entonces aquellos que creían que las decisiones debían ser siempre gobernadas por leyes están simplemente abandonando su libertad y responsabilidad y eligiendo ser dominados por las decisiones libres de aquellos que llegaron antes que ellos. Así como el modelo deísta del universo depende de la sabiduría divina para enmarcar sus leyes y hacer funcionar la máquina, los liberales dependen de la sabiduría humana de los fundadores que crearon la constitución.

Segundo, debido a que los fundadores de un sistema liberal no pudieron anticipar cada circunstancia excepcional, la soberanía debe ser ejercida también en el presente. Algunas sociedades liberales hacen dentro de la constitución previsiones que otorgan poder dictatorial ilimitado a un individuo en caso de emergencia, por ejemplo, el artículo 48 de la constitución de Weimar, el cual Adolf Hitler invocó para tomar poder dictatorial.

Pero si una sociedad no hace previsiones legales de decisiones soberanas en situaciones de emergencia, tales decisiones deben, sin embargo, todavía ser tomadas. Por lo tanto ellas serán realizadas por fuera del marco oficial del Estado. Tales decisiones pueden ser tomadas por figuras políticas importantes, pero no en sus capacidades oficiales, las cuales no les permiten tales decisiones.

Esto, por supuesto, es a lo que se refiere con la idea de “estado profundo”, el cual, interesantemente, es una contribución Turca al discurso político contemporáneo. La idea turca del estado profundo (derin devlet) se refiere a una red concentrada en los servicios de seguridad y militares pero repartidos a lo largo de la burocracia, el sistema judicial y entremezclado con el crimen organizado. El estado profundo trabaja para mantener a Turquía como una sociedad secular, nacionalista y principalmente anti-islamista, anti radicales de izquierda y separatistas Kurdos. (El Estado profundo turco parece cruzarse con la comunidad cripto-judía Dönmeh [3])

Un similar estado profundo lanzado a la luz en Egipto, cuando la Consejo Suprema de las Fuerzas Armadas, en respuesta a la revolución de 2011, removió al presidente Hosni Mubarak del poder. Este consejo llamó a elecciones, cedió el poder al ganador, Mohammed Morsi, y luego se disolvió a sí misma en junio de 2012. En julio de 2013, cuando Morsi probó ser incapaz de gobernar, él fue removido por un golpe militar liderado por el miembro del consejo Abdel Fattah el-Sisi, quien es el actual presidente de Egipto. Luego del golpe, el consejo fue reactivado oficialmente, aunque sus miembros estaban en contacto cercano y constante entre ellos durante interrupciones oficiales, particularmente en el camino hacia el golpe.

El concepto de estado profundo se sobrepone con nociones tales como un establishment, una burocracia permanente, agencias secretas, cuartos llenos de humo, lobbies, y “partidos internos” políticos. ONG y Quangos, e incluso sociedades secretas, todas estas dan forma a las políticas y negocian entre grupos de interés, como la política común.

Pero en términos de Schmitt, esto no tiene nada que ver con la soberanía, el cual viene a la luz cuando la política se quiebra. Y en los casos de Turquía y Egipto, cuando el sistema político fue paralizado por crisis, el estado profundo centrado en lo militar intervino para mantener un orden político nacionalista y secular.

Ya que los nacionalistas blancos apuntan a crear el próximo sistema político, y debido a que estamos contando con el colapso del sistema actual bajo el peso de golpes externos y corrupción interna, nos corresponde entender donde reside la soberanía en el sistema presente. Si, por ejemplo, EEUU entrara en una crisis constitucional, ¿quién debería ejercer el poder de soberanía para preservar el sistema? ¿Dónde yace el Estado profundo de EEUU? O mejor, ¿dónde emergería? ¿Cuál es la última línea de defensa del sistema? ¿Quién matará y morirá para preservarlo?

La judería organizada es la fuerza más poderosa en EEUU hoy. En términos de política común, los judíos se salen con las suyas en todos los asuntos que los involucran. Pero aunque el judaísmo organizado estaría cruzado con un estado soberano americano, si EEUU confrontara una severa crisis constitucional, no pienso que los judíos den un paso adelante para ejercer la soberanía de las funciones de decisiones necesarias para preservar el sistema.  Seguramente ellos van a tratar de mantener y prevenir tal crisis lo máximo posible, para preservar su dinero y poder. Luego ellos tratarán de extraer una crisis por todo lo que vale. Pero en definitiva, no pienso que pondrían en riesgo su propia sangre y tesoro para preservar el sistema, por la razón simple de que los judíos hoy muestran desinterés sobre la viabilidad a largo plazo de EEUU. No es su país y actúan así. Sólo lo están usando, no tomaran responsabilidad por su preservación. En una crisis real, pienso que su instinto más profundo sería simplemente irse a lugares más amigables.

¿Surgiría el Estado profundo en la estructura militar? Los militares son en este momento una rama del gobierno a la cual los ciudadanos mantienen en la más alta estima. Pero una crisis fatal puede incluir un fracaso militar catastrófico. Puede involucrar un alejamiento entre los militares y otras instituciones que pueden ser sólo resueltas por partes externas. También puede involucrar al ejército masacrando civiles. Llegado el caso, los militares tendrían muy poca estima, y todo el Bonapartismo quedaría fuera.

Las sociedades liberales pueden ser especialmente frágiles cuando se enfrentan a una crisis sistemática porque el liberalismo corroe la virtud y la excelencia. El pensamiento político moderno prometió estabilidad al fundar un orden político sobre vicios generalizados – codicia y cobardía- en lugar de virtudes raras como la moderación, el coraje, la sabiduría, la justicia y el honor. Pero cuando la máquina liberal se rompa – cuando no pueda manejar más las crisis- cuando no pueda dispensar más premios y castigos – cuando dependa de su salvación en las decisiones de un soberano, entonces la misma existencia del liberalismo requerirá las virtudes que el mismo niega y desprecia y desalienta.

Si quieres ver el verdadero terror en los ojos de los norteamericanos, simplemente propón un congreso constitucional nuevo. La mayoría de los ciudadanos no confiarían en sus contemporáneos con los cuales enmarcar un nuevo sistema que ellos creen, correcto, ellos no son sólo tontos e ignorantes sino viciosos.

Cualquiera que sea el lugar donde repose finalmente la soberanía en un sistema en crisis – donde sea que surja un Estado profundo- lo que separa a los verdaderos Nacionalistas Blancos de meramente ser un reaccionario con consciencia racial es reconocer a los guardianes definitivos del sistema como nuestros peores enemigos.

Nota

1. Carl Schmitt, Political Theology: Four Chapters on the Concept of Sovereignty [4], traducción George Schwab (Cambridge, Mass.: MIT Press, 1988), p. 5.